Hace ya un par de años, en un viaje de visita familiar en Denver, Colorado, vi en el escaparate de una librería una lista de libros que decía “prohibidos” con una fecha y el nombre de un Estado. Curioso por naturaleza, le pregunté al dueño qué significaba esa exposición. Según me dijo, eran las nuevas prohibiciones de libros en las escuelas y bibliotecas de algunas localidades en los EEUU, pero como no tenia espacio suficiente, no podía exhibir todos los que en realidad estaban ya prohibidos por la legislación promulgada mayormente por los gobernadores de esos Estados. Tuve que confesarle que algo había oído pero no conocía el alcance de tal prohibición.
Mucho se ha hablado de la segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y el derecho a portar armas, pero la primera enmienda es la que “protege los derechos a la libertad de religión y a la libertad de expresión sin interferencia del gobierno”. La constitución es tan antigua que ha tenido 27 enmiendas desde 1789. Y las nuevas que quieren algunos políticos promulgar, como por ejemplo, autorizar más de dos mandatos a un presidente. Las espadas están en alto.
En 1922 se creó la asociación de Poets, Playwrights, Editors, Essayists, Novelists que es conocida como PEN. Algunos de sus primeros miembros fueron escritores conocidos como Joseph Conrad, George Bernard Shaw y H. G. Wells. Esta asociación sigue muy en activo y ahora más que nunca. Podríamos decir que PEN es el contable oficial de las prohibiciones entre otras muchas actividades, como promover la libertad de prensa. Y hay muchos países en los que asociaciones similares a PEN han sido creadas.
Según su ultimo informe sobre los libros prohibidos, PEN América ha documentado casi 16.000 prohibiciones de libros en las escuelas públicas de todo el país desde 2021. En el ultimo año escolar, PEN América encontró más de 10.000 prohibiciones de libros que afectan a más de 4.000 títulos únicos. Aproximadamente el 45% de las prohibiciones se producen en Florida y el 36% en Iowa. El senador McCarthy debe de estar sonriendo en su tumba.
Según PEN América entre los libros más prohibidos en el curso escolar 2023-2024, se encuentran Diecinueve minutos, de Jodi Picoult, sobre los momentos previos a un tiroteo en una escuela; The Handmaid’s Tale, una distopia futurística donde la república de Gilead reemplaza al gobierno de EE UU, de Margaret Atwood; y The Kite Runner, una historia de un niño en Afganistán con su cometa, de Khaled Hosseini. Como se puede apreciar, libros peligrosos que pueden ayudar a pensar, ver la realidad o hacer volar la imaginación. Esta censura es sobretodo movilizada por grupos ultra conservadores y mayormente en los Estados dominados por el partido republicano. Su obsesión son los libros sobre raza y racismo o individuos de color y también a libros sobre temas LGBTQ+.
La política es el arte del lenguaje, el poder y saber comunicar las ideas a los ciudadanos. Y por eso es tan importante la palabra. De ahí que las nuevas directivas dadas por el gobierno federal de los EEUU a la Fundacion Cientifica para la Investigación (que supervisa los fondos de investigación) haya establecido una lista de palabras prohibidas, que no se pueden emplear en las propuestas. Como ya pueden imaginar, es una larga lista y están todas aquellas, y mas, que son calificadas despectivamente como woke. Es decir, que el nuevo gobierno no solamente esta dirigiendo sus directivas hacia el sector cultural, si no también a todo el campo científico, creando un nuevo universo del léxico que se puede emplear y aquel que no se puede decir. Directivas similares se han enviado a otras agencias como el CDC o el Ministerio de Salud. Una censura en toda regla, un lexicidio.
La vuelta al poder del partido republicano en los EEUU con su indiscutido líder ha traído a la discusiones públicas, los recuerdos de los prolegómenos de la segunda guerra mundial y las muchas similitudes, estrategias y prácticas de aquella época que no hemos conocido. Solo a través de los libros de historia hemos podido atisbar las realidades de la vida cotidiana de aquella época y los pocos supervivientes que todavía quedan. Una comparación más de lo que sucede actualmente es con las estrategias políticas de Hermann Göring, que orquestó toda la política cultural antes y durante el nazismo. Esas políticas se pueden resumir en el culto a la personalidad, el control de los medios y la censura, la propaganda cultural de sus valores y la persecución de los rivales que no se adhieran a su ideología. La quema de libros en las plazas públicas es ya parte de las imágenes históricas. Los símiles con la situación actual en los EE UU es muy relevante aunque todavía no los hayan puesto en una hoguera, se diría que estamos camino del universo de Farenheit 451, novelado por Ray Bradbury, donde los bomberos en lugar de apagar incendios los provocaban y estaban prohibidos todos los libros. Ahora los bomberos pirómanos están en el gobierno federal. Las novelas de ciencia ficción nos retratan a veces la realidad.
Según Platón, en su obra La República, toda forma de gobierno tiende a la corrupción y al cambio, siguiendo un ciclo de degeneración política que puede evolucionar en diferentes caminos. En su análisis, la república ideal, basada en la justicia y buena gobernanza, puede degenerar en otras formas de gobierno menos perfectas. Según Platón la democracia puede transformarse en tiranía cuando, en medio del desorden, un líder carismático promete restaurar el orden y se convierte en un dictador. Así, se pasa del máximo grado de libertad al máximo estadio de opresión.
Lo que está sucediendo en los EEUU es como si un meteorito hubiese caído en la Casa Blanca y las olas de su impacto llegaran hasta los países europeos, como un tsunami. Sin querer ser catastrofista, vivimos tiempos muy peligrosos y lo que esta ocurriendo al otro lado del atlántico puede llegarnos como las olas imprevistas de un tsunami, pero en este caso ya sabemos que las olas están en camino, habrá que prepararse y recrear el léxico.
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