Siguiendo los pasos de su madre, Ziortza Isasi está cursando el Grado de Educación Social por la UNED, del que todavía le quedan un puñado de asignaturas. Anteriormente se sacó un Grado Superior de Deporte y otro de Educación Infantil. La ciclista de Elorrio, de 29 años, aprovecha el tiempo libre de las concentraciones para formarse como educadora en un campo, subraya, que le apasiona. “Abarca todas las edades, desde niños pequeños a gente muy mayor, y ofrece diferentes salidas profesionales. Siempre me ha gustado el trato con las personas y me dio un poco el ramalazo por ahí. Además, necesitaba ocupar la cabeza en otra cosa”, explica Ziortza.
El calvario de las lesiones
Alivia la mente en los estudios para dejar atrás su calvario con las lesiones y tomar el mando de su vida. La corredora del equipo Eustrak-Euskadi, así como deportista de la fundación Basque Team, últimamente no lo ha tenido nada fácil. 2024 fue un año fatídico. Se rompió tres veces la clavícula. Llegó a ser una especie de maldición. En el mes de diciembre explotó en redes sociales y escribió en su cuenta de Instagram: “El cuento de nunca acabar... Terminando el año de la misma forma que lo terminamos el año pasado. (…) ¿Surrealista? Pues sí, bastante. (…) Eskerrik asko a todos los que estáis conmigo una vez más, aguantando que esta pequeña embarcación no terminé hundiéndose”.
En 2025, felizmente recuperada de las lesiones de 2024, la palabra que ahora guía su vida es disfrutar. Competir ya no es siempre la primera opción. Ganar carreras no es tanto una obligación autoimpuesta, sino un premio. Ser la mejor no le quita el sueño
Un punto de inflexión
Fueron unos meses “muy duros, tanto física como psicológicamente”. Hubo un momento en el que no quería “saber nada de bicis, ni de entrenamientos programados y muchos menos de volver a competir”. Se aproximó, según sus propias palabras, a un punto de inflexión “muy grande” sobre su carrera deportiva. ¿Merecía la pena seguir así, con el desagradable olor a cloroformo acompañándola de quirófano en quirófano?
Pero el barco no se ha hundido. En 2025, felizmente recuperada, la palabra que parece ahora guiar su vida es disfrutar. Competir ya no es siempre la primera opción. Ganar carreras no es tanto una obligación autoimpuesta, sino un premio. Ser la mejor no le quita el sueño. A punto de cumplir los 30 años, Ziortza siente que “es muy joven para la vida, pero no tanto para el deporte”. Los resultados no son lo único que le importa. El bronce que obtuvo en el europeo de pista sub-23 en 2017 queda ya un poco lejos, como un recuerdo “supergratificante” y una de sus grandes hazañas deportivas.
Rugbylover
Muy deportista. Ziortza Isasi también corre y hace crossfit, aunque, como el resto de su familia, le encanta el rugby. Los Isasi son fans del deporte del balón ovalado. Su equipo de basket es… el Baskonia.
(Mal)vivir del ciclismo. Reconoce que ha tenido la suerte de “tener las espaldas cubiertas” para poder dedicarse al deporte. Según cuenta Isasi, “todavía queda camino” para que las mujeres puedan vivir decentemente del ciclismo.
Otro chip
El pasado 1 de junio participó en la prueba cicloturista BIBE Transbizkaia con final en el santuario de Urkiola. Lo hizo en modo aficionada y para “pasar la mañana”, pero, sobre todo, con el objetivo de acompañar durante las cinco horas de la carrera a su buena amiga Maialen. El plan no era pedalear sin descanso: el reto consistía esta vez en que su “hermana postiza”, tal y como la llama, pudiese completar la carrera. Y lo logró, fundiéndose ambas en un abrazo después de cruzar la meta. De nuevo, la poderosa idea de que no siempre competir es lo más importante.
Raúl Mena, su "segundo padre"
La ciclista vasca tiene muy buenas palabras para su entrenador, el seleccionador vasco Raúl Mena, a quien describe “como un segundo padre”. Mena siempre ha estado a su lado desde sus primeros éxitos en el velódromo de Berriz en 2012. Sobre su breve aventura en el equipo italiano BePink, por el que fichó en 2023 y estuvo ligada un año, hubo luces y sombras: “Para bien o para mal, no salió como esperaba. Me rompí otra vez la clavícula. Pero soy de las que opinan que nunca hay que arrepentirse de las experiencias vividas”. Ya, de vuelta en casa, ha dicho adiós a las lesiones, a la presión y vuelve a disfrutar, de otro modo, del ciclismo.