Había en la sala cinco diputados. De 350. “Deben tener cosas muy interesantes que hacer”, se lamentó el exfutbolista Juan Carlos Unzué en nombre de los enfermos de ELA, mientras a quienes veíamos esas imágenes nos invadía un tanto de vergüenza ajena y otro mucho de irritación colectiva. Aquella afrenta ocurrió en febrero y esta semana se han fusionado en uno los tres textos en elaboración para sellar al fin una ley ELA estancada durante dos años largos, tiempo precioso para los afectados y sus entornos.
Aunque tarde, mucho, este consenso alinea a los políticos con sus representados. Porque no cabe una causa más justa que la de garantizar a estos conciudadanos cuidados especializados a domicilio – de 24 horas al día en los estadios avanzados–, así como la cobertura para los familiares que dejan de trabajar y cotizar para ocuparse de sus enfermos. Una comunidad la de la ELA que afronta un coste anual por afectado de entre 40.000 y 80.000 euros, lo que conlleva el drama adicional de que ni el 10% de las familias pueden asumir semejante gasto. Con las ayudas públicas que se arbitrarán, la eutanasia ya no resultará en tantos casos la solución final para evitar la ruina total de una unidad familiar y podrá decidirse el final de la propia vida sin condicionantes económicos. Qué menos.
Parafraseando a Unzué, la política edificadora –por constructiva– y edificante –por reconfortante– sí piensa en las cosas interesantes por hacer. Por ejemplo las 29 transferencias previstas en el Estatuto de Gernika por materializar del todo en principio en 2025 –alguna de tanta enjundia como el régimen económico de la Seguridad Social, las políticas pasivas de empleo o la gestión de puertos y aeropuertos–, calendario objeto este viernes del segundo encuentro en dos meses entre el lehendakari Pradales y el presidente Sánchez. Tampoco faltaron a la cita la doble exigencia de que se aceleren los informes sobre la conexión del TAV con Navarra –al objeto de codecidir entre Vitoria o Ezkio– y de que los regímenes de Concierto y Convenio no se manoseen en el debate del Cupo a la catalana. Dos cuestiones la alta velocidad ferroviaria y el blindaje del autogobierno que conforman el tuétano de la entente tan cordial entre Pradales y la presidenta Chivite, expresada en la carta de este domingo donde se hace causa común con nuestros derechos históricos y la solidaridad que entrañan al contribuir a sostener las cargas del Estado en función de la riqueza territorial, no de la población.
Esa política útil en pro del interés general debe abonar la colaboración público-privada justo en aras al progreso colectivo que procuran la alta ocupación, los trabajos cualificados, el consumo tractor de la actividad económica y la recaudación progresiva de impuestos para vigorizar la cohesión social. Mercedes Vitoria constituye el paradigma de inversión extranjera al representar el 5,2% del PIB vasco y en sus instalaciones llamó el jueves el lehendakari a ganar atractivo exterior con afán de superación y estabilidad. La competitividad como reto de cuantos habitamos este país.