Freud constató que, si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, es que uno piensa por ambos. Aunque, trasladando el aserto a la política pero a la inversa, resultaría inconcebible que nunca pudiera pactarse nada, infiriéndose en tal caso que las partes sólo piensan en sí mismas. En Vitoria-Gasteiz, el Gobierno de PSE-PNV y EH Bildu han elevado sus miradas y la capital de Euskadi tendrá Presupuestos nuevos y además récord. Zorionak.
Felicidades sobremanera a la ciudadanía, la principal beneficiaria de que la capital disponga de unas Cuentas actualizadas con la venia del 70% de sus representantes municipales. Una mayoría cualificada para hacer avanzar a la ciudad sobre una hoja de ruta para 2024 cimentada en el ánimo constructivo compartido de las tres siglas al sumar al consenso a la coalición soberanista vía 6 millones en enmiendas más un crédito por el mismo valor para años sucesivos. De tal suerte –literal– que habrá más fondos para empleo, comedores sociales, mujeres desfavorecidas, rehabilitación de inmuebles, viviendas comunitarias, comunidades energéticas, relevo generacional en el comercio, dinamización de locales o préstamo de bicicletas. Iniciativas que forjan comunidad para mejorar la vida de la gente de a pie, la razón de ser de las entidades locales como catalizadoras de bienestar cotidiano a ras de suelo, sin dejarse perturbar ni pervertir por la política de altos vuelos. Ojalá este primer acuerdo presupuestario, reflejo de responsabilidad y compromiso, fuese la antesala de una legislatura de estabilidad.
Está por ver, pues resulta obvio que la decisión de EH Bildu se enmarca en el giro pactista verbalizado por el candidato Otxandiano cuando reivindica acuerdos de país tras el plácet a las leyes de Transición Energética y de Infancia en el Parlamento Vasco. Una dialéctica notoriamente electoral como continuidad de la dinámica posibilista en Madrid para tender puentes con el PSOE hasta Euskadi, una vez derribados los muros en Navarra, singularmente en Pamplona-Iruña para naturalizar una alcaldía abertzale. La vigente voluntad de pacto en Gasteiz que no afloró poco antes en la Diputación de Araba –donde se plantearon demandas inaceptables también en cuanto a medidas fiscales– queda así a expensas de si EH Bildu rentabiliza y cómo en las urnas esa apuesta pragmática, en particular en el disputado territorio alavés. Bien entendido que, habida cuenta de su fragmentación política, Vitoria necesita un plus de disposición a acuerdos multilaterales sobre contenidos de amplio espectro. Pues el progreso colectivo está reñido con todo tacticismo enterrador de oportunidades.
Eso vale también para el PP, que posibilitó la gobernanza sociojeltzale como mal menor ante EH Bildu y observa con lógico escozor cómo hoy contribuye al signo inversor de la ciudad. Atrapado en la paradoja, su líder en Euskadi –alavés, sí– proclama que los tres socios presupuestarios conforman el mismo producto. Cuando la clave no es lo que sean, sino el fruto de tal cooperación. La política productiva frente a los dogmáticos de la política.