La última pica en Tele 5 que le quedaba a Sálvame ya se ha retirado. El Deluxe ha muerto. La despedida ha llegado tres semanas después de que los nuevos directivos de la pantalla amiga de Feijóo eliminaran el diario. La prórroga ha sido más por incapacidad de poner a tiempo en pie su sustituto que otra cosa. Y si Ana Rosa es capaz de quedarse sin vacaciones de julio por las elecciones, la gente de Sálvame ha pensado que para lo que le queda en el convento… mejor irse a hacer sus cosas fuera y la ex de Jesulín, la del Chuminero y el que bamboleó a su padre en directo ni se pasaron a decir adiós.
Pero ya es oficial, el programa de rojos y maricones ha sido aniquilado, aunque la última noche murieron matando. Se llevaron a Merceditas Milá, que ejerció de deslenguada, como es ella, para denunciar que la cancelación de Sálvame ha sido una cuestión “ideológica”; hicieron algunas chanzas sobre Antena 3, que ha pasado de ser la cadena “triste” a la tabla salvavidas para los que no les ha rescatado Netflix, y en el plató vacío y ya con la luz apagada, que da más acojone, dijeron a modo de epitafio que sí, que se marchan, pero que dejan allí sus vibraciones, sin que quedara claro si acababan de echar un mal de ojo a la vista de todos a sus sustitutos.
Esta vez tampoco estuvo Jorge Javier Vázquez, que sigue de baja médica y, en su lugar, recurrieron al monstruo de dos cabezas Teleru-Patiño para visibilizar que el partido acababa en empate después de que la una quitara el puesto de presentadora a la otra hace ya demasiado tiempo.
Lo que no pudieron evitar, después de vendernos la moto, también esa noche, de que ha pasado de villano a príncipe Disney, es que el ex gran hermano Kiko H. recuperara su vena macarra al confesar que alguien del programa se meó en una ocasión en la merienda de alguien, que se la comió, pero sobre todo al atacar a la compañera que cuestionó que, si es verdad que lo vio, no lo evitara, entre las carcajadas y gestos de asco de los presentes. Entre unos y otros insinuaron que la víctima sería la excolaboradora Karmele Marchante, que debería denunciarlo en un juzgado.
Las gotas de la asquerosa anécdota salpicaron a los espectadores (cómplices de lo que allí se ha hecho) y sirvió para recordar que el transgresor programa, heredero a destiempo de Aquí hay tomate, se ha pasado muchas veces de la raya con el bullying a colaboradores, invitados y personajes ausentes bajo la ancha excusa de hacer espectáculo. Pero ha sido, curiosamente, el ponerse serios contra la ultraderecha y la violencia machista lo que les ha pasado factura. “No voy a consentir que en este programa, cuando yo esté presente, venga gente a blanquear los discursos atroces y antidemocráticos de la ultraderecha”, dijo una vez Jorge Javier. Y efectivamente, no estuvo ya, pero sí quien originó aquellas palabras.