No paran de aumentar los casos de covid en la villa olímpica, cada vez suenan más voces que avisan de una posible suspensión de los juegos. Las descafeinadas olimpiadas, sin público en las gradas y con escaso apoyo entre la población nipona, estarán en el aire hasta el último momento. En la mayor parte de los casos, los deportistas, ajenos a la plaga de obstáculos en su camino, seguirán luchando por un sueño que tanto les ha costado alcanzar. Y, a pesar de la dura rivalidad, seguimos viendo ese espíritu de concordia entre ellos, ese del que ya se podía contagiar buena parte de la clase política española.