Desde que sus señorías decidieran tumbar la propuesta presupuestaria elaborada por el Ejecutivo del socialista Pedro Sánchez no se ha hecho otra cosa que especular con la fecha de las próximas elecciones generales. Entre ellas, la del 28 de abril que, al parecer, es de las que suenan con más fuerza entre los habituales de los mentideros madrileños más cualificados. De confirmarse finalmente, me temo que ya la tenemos montada, sobre todo, en el terruño alavés en el que, si no se remedia, quien más quien menos estará en esas horas de resaca, de borrachera, de vacaciones o en un estado que incluya las tres anteriores en distintos grados, ya que así se venera en estos lares al patrón San Prudencio. Hasta la fecha, y echando un ojo a la hemeroteca, no he sido capaz de encontrar una fiesta mayor de las ancladas en el santoral que incluya de regalo la posibilidad de votar en las urnas. Aunque, bien mirado, la novedad puede contribuir a abrir un abanico de posibilidades fascinante, con la cohabitación de las tradiciones más jacarandosas y el sufragio universal. ¿Se imaginan la romería en Armentia con urnas junto al txoripintxo, la bajada de Celedón con llegada a una cabina electoral o la subida a Olarizu con la cruz repleta de papeletas? Habrá que ver...