Acabo de leer la información y, la verdad, aún no sé cómo reaccionar. La misma hace referencia al ánimo jacarandoso de un equipo de veteranos futboleros de Terrasa. Al parecer, a la troupe de deportistas avejentados les pilló la circunstancia con el cuerpo guasón. Y así les lució la gracia, y el pelo (a los que aún lo conservan después del inapelable paso de los años). En un arreón de nostalgia, los citados se empecinaron en recuperar viejas sensaciones de los tiempos en los que reinaban en el interbares tras pelear los clásicos ante el Sabadell, el sempiterno rival en el Vallé Occidental, o de cuando tocaron pelo en la Segunda División del fútbol profesional. Volvían a ser protagonistas en la grada mientras esperaban su turno para jugar. Volvían a ser el centro de miradas. Había que justificar tal grado de atención. Y lo hicieron. “A fregar, sois unas guarras”, gritaron a un equipo femenino de su mismo club que jugaba justo antes que ellos. Un discurso sucinto, pero repleto de significado. En pocas palabras lograron su objetivo. Su gesta ha aparecido en titulares y reportajes. Su hazaña ya forma parte del recuerdo colectivo que se evoca con reiteración en barras y corrillos. Y, pese a todo, sigo sin saber cómo reaccionar. Supongo que no entiendo según qué glorias.
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