La dificultosa definición ideológica de un partido político que surgió en su día como alternativa nacionalista española en Catalunya y se ha ido configurando con aportaciones e incorporaciones tan diversas que lo convierten en una amalgama política cuya única confluencia puede hallarse en torno a la idea unitaria de España y la inmutabilidad constitucional, lleva a Ciudadanos a definirse no por su oferta política sino en contraposición a otro. Y una vez rentabilizado el discurso en Catalunya con un triunfo en votos cuyo origen está más en la incapacidad ajena, de PP y PSOE, para comprender la dualidad de la sociedad catalana que en la capacidad propia para hacerlo, ese otro parece ser el autogobierno vasco y, más concretamente, el partido que ha desarrollado y liderado el mismo desde las instituciones vascas, el PNV. No se trata solo de que C’s cuestione una y otra vez el régimen de Concierto sin más lógica que la de azuzar los bajos instintos de quienes nunca han comprendido el sistema de relación entre Euskadi y el Estado, con sus propios riesgos. Tampoco, pese a lo extemporáneo y rancio de la iniciativa, únicamente de que Ciudadanos pretenda ahora impedir que el conocimiento de una lengua cooficial -euskera o catalán, por ejemplo- sea requisito para acceder a un empleo en la administración. Ni que pese a no haber alcanzado representación institucional en Euskadi intente intervenir extramuros y condicionar el debate sobre el futuro del autogobierno vasco con interpretaciones tan alejadas de la realidad como la de traducir la Ponencia como el foro para una presunta propuesta de referéndum independentista. O que cuestione reiteradamente los acuerdos con que, ante la necesidad del PP en el Congreso, el PNV ha ido recuperando competencias y autogobierno retenidos por el Estado. Se trata de que ese disfrazarse de abanderado del patriotismo constitucional no es siquiera fruto de una reflexión ideológica resumida en una recentralización exagerada sino herramienta de una ambición electoral que, espoleada por determinadas encuestas mediáticas no exentas de interés, pretende superar también en el Estado al PP -y en Euskadi a obtener cierta representación- absorbiendo una parte de sus votos sin detenerse en si esa actitud en la que todo vale para ganar favorece o dificulta la solución de los problemas que debe superar la sociedad, tanto en Euskadi como en España.
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