Habrán visto a Omran. Omran es un niño. Tiene cinco años. Si Omran hubiera nacido en Gasteiz, por ejemplo, ahora tendría como uno de sus ejes vitales las aventuras de La patrulla canina. Pero Omran ha nacido en Alepo. Así que su eje vital, seguramente, es sobrevivir. A Omran lo hemos conocido a través de un vídeo difundido por Aleppo Media Center, grupo activista opositor al Gobierno de Al Asad. Le hemos conocido sentado en una ambulancia, cubierto de polvo y sangre, mirando al objetivo de la cámara con el flequillo revuelto sobre sus ojos y los pies desnudos. Omran no ha conocido su país en paz. Y Omran es solo una gota en el océano. Protagoniza informativos, portadas, redes sociales. Su mirada nos avergüenza. Pero es solo una gota en el océano. ¿Se acuerdan de Aylan? Les refresco la memoria. Aylan tenía tres años, también era sirio. Lo conocimos en brazos de un policía turco en una playa hace casi un año. Lo conocimos muerto. Muerto en el naufragio de la barca en la que con su familia intentaba alcanzar Europa. Un hermano suyo murió ese mismo día. Otra fotografía. ¿Remover conciencias? ¿Ha cambiado algo? Aylan, Omran. Fotografías que nos avergüenzan. Y la mayor vergüenza es pensar que habrá más fotografías como esas. Porque nada cambia.