tengo que reconocer que son unos campeones. No cejan en su empeño ni desperdician ocasión alguna para repetir fórmulas que, a su juicio, tan bien les han ido a lo largo de estos cuarenta años de chiringocracia. Uno de los argumentos más socorridos es echar la culpa a ETA de todo lo que pasa. Y no pierden ripio aunque tiempo ha que la banda puso afortunadamente fin a su detestable estrategia de horror y destrucción. Hubo un tiempo, recuérdenlo, en el que los vascos éramos los malos por la existencia de ETA y nuestra presunta falta de contundencia a la hora de echarla a hostias de Euskadi y España. Era mentira, y lo sabían, pero todo valía con tal de recolectar votos de Miranda para abajo. Cuando ETA se acabó tuvieron que buscarse otro enemigo que aglutinase a sus leales y eligieron Catalunya. Que suba la crispación y que aumenten exponecialmente los sentimientos independentistas se la suda; la cuestión es provocar histeria y seguir recolectando votos, en este caso de Aragón hacia la izquierda y de Valencia hacia abajo. Pero llegan nuevas elecciones y no lo deben de tener claro del todo porque Fernández Díaz acaba de rizar el rizo: “Los altercados de Gracia recuerdan a la kale borroka de cuando ETA asesinaba”. Todo vuelve a ser lo mismo... otra vez.