No sólo personas. Hay lugares que es evidente que tienen una maldición encima y no hay forma de salir vivos de ella. ¿Ejemplo claro en Gasteiz? El Iradier Arena. La última es que estás en plena ola de calor, no hay ni una sola previsión de lluvia en ningún sitio y te vas a la plaza a vivir un concierto de Los Brincos. La actuación comienza y, de repente, cae una tormenta. Como el techo no está puesto, ya la tenemos liada. De verdad, este marrón que nos dejó Alfonso Alonso sin necesidad ninguna parece el pupas. Cuando no es la Justicia es el tiempo o lo que toque. Lo mejor, tirar hasta los cimientos y antes de hacer nada nuevo, llevar a la parcela a un exorcista. Que le hagan una limpieza de aura o lo que sea. Para el Gasteiz Calling, su próxima cita no taurina, la organización del festival va a hacer un esfuerzo de producción de la leche y estoy seguro de que les saldrá bien. Y esperemos que sus próximos actos (CantaJuegos incluido) sean certeros. Pero, en serio, si ocurre algo más, lo mejor es hacerse un pensamiento porque no puede ser que un edificio que no ha cumplido ni diez años genere tantos problemas, aunque algunos sean involuntarios. Estoy empezando a pensar que Elton John ya se olía la tostada y por eso salió por piernas con su piano.
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