desgraciadamente, no es tan difícil como pueda parecer obtener una foto como la que ilustra hoy nuestra portada y página 4 de una persona -porque sí, es un sin techo, pero una persona- hurgando en el contenedor en una céntrica calle de la civilizada y modélica Vitoria. Henri Cartier-Bresson nos enseñó que hacer una fotografía no es tanto cuidar los contrastes o la composición como saber mirar lo que otros no ven -“hacer una foto es alinear la cabeza, el ojo y el corazón; es un estilo de vida”- y en este caso, los reporteros de DNA han cumplido la enseñanza e incluso han compartido con Ramí una taza de té y una historia. Al alcalde Javier Maroto le quitan el sueño la RGI o la picaresca de los inmigrantes. Pero la realidad no entiende de leyes ni de orígenes o religiones. La pobreza es autóctona y está aquí, se quiera ver o no. En mayor o menor grado -desde la familia que tiene que renunciar a las extraescolares, la que las pasa canutas para llegar a fin de mes, la que se las ingenia para que los críos coman en el colegio o hasta quienes hurgan en los contenedores-, pero existe. Y todos -con o sin papeles- son sujetos de derechos básicos sin nada a cambio, sólo por ser personas. Para algo hicimos la revolución francesa, para que DNA no tuviera que publicar una foto como la de hoy.