Y si partimos de que las instituciones deportivas o políticas tienen la obligación de exigirle al deporte profesional salud social, imagen del entorno o ejemplo de valores, no estoy seguro que cumpla con esos requisitos. Desde el punto de vista competitivo, el objetivo es siempre ganar, pero desde la perspectiva social, se debe exigir al deporte profesional que sirva como herramienta para fomentar valores. Por eso -supongo- aportan ayudas y subvenciones. Un ejemplo, un comentario o un simple gesto de un deportista de élite influye más en la formación de un niño que los consejos de padres, educadores o profesores. Y si para ganar vale todo, conmigo no contéis.