esta historia comienza con una fotografía que ilustraba una noticia aún más epatante. Al descubrirlas me lancé a escribir unas líneas sobre la "crisis de la modernidad" de la que un profesor de la universidad hablaba en sus clases, de cómo sospechaba que aquella crisis a la que se refería aquel profesor poco o nada tenía que ver con el pozo estético de los 80 vía hombreras, calentadores y cardados y de cómo todo esto, en plan magdalena de Proust, me había sobresaltado al ver el retrato de Dennis Rodman -estrella retirada y exesteta de la NBA- junto al amado líder norcoreano Kim Jong Un para anunciar el fichaje, al parecer, del primero como seleccionador de baloncesto de Corea del Norte. La cosa no podía ser más surrealista, pensaba mientras escribía y recordaba a Bob Esponja en el magnífico arranque de Las brujas de Zugarramurdi de Alex de la Iglesia. Y entonces leí un teletipo que relataba que Un había ejecutado a su tío lanzándole vivo a una jauría de perros hambrientos. El tema no es tanto si es cierto o no el método, como que el tío de Un fue ejecutado y que el refinado procedimiento parece verosímil. Y unos días después, aterrizó en Pyongyang Rodman con unos colegas para marcarse un bolo con la selección norcoreana por el cumple de Un. Lo más flipante no fue que los norcoreanos ganaran a exjugadores NBA -nada se sabe de la posible presencia de jaurías hambrientas-, ni siquiera la marcial uniformidad de un público vestido de gris, no. El auténtico breakpoint postmoderno fue Rodman a lo Marilyn Monroe entonando el Happy birthday.
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