Fabio Quartararo está de vuelta. Después de diez carreras sin subir a lo más alto del podio, tras un inicio de temporada dubitativo ante la creciente competencia y una Yamaha carente de velocidad punta, el francés ha logrado su primera victoria del año en el que defiende condición de campeón. El Diablo no ganaba desde que se proclamara rey de MotoGP.
Ha llovido desde entonces, pero es un tipo paciente que sabe aprovechar sus ocasiones y no desesperarse en la espera. Es uno de los cuatro únicos pilotos de la categoría reina que han puntuado en las cinco pruebas disputadas. Esa regularidad unida a la conquista en el Gran Premio de Portugal, un escenario en el que la potencia no resulta tan determinante, le devuelven al trono del Mundial.
Antes de dispararse la carrera de Portimao, Quartararo ocupaba la quinta plaza del campeonato. Estaba a 17 puntos de Enea Bastianini, quien sufrió una caída para ceder irremediablemente la cabeza del campeonato. Y ante un año donde la tónica es la igualdad, un gran resultado catapulta en la clasificación. Curiosamente Quartararo consiguió la primera victoria de una marca japonesa en 2022 y lo hizo en la primera cita del curso en suelo europeo. Ironías de la vida.
La actuación de Quartararo fue superlativa. El galo arrancó el fin de semana cobijado en la discreción. Sexto en la parrilla de salida, el warm up hizo sonar las alertas en la parrilla. El Diablo fue el más rápido como anticipo de lo que iba a suceder horas después. Tras un arranque fulgurante, en la cuarta vuelta rebasó a su último escollo, Joan Mir, para pilotar soberbio hacia la gloria. Una vuelta rápida del francés nada más cazar el liderato abrió un escollo insalvable para Mir, que puso la mirada en su cogote para tratar de mantener a distancia a los Johann Zarco, autor de la pole, y Jack Miller, depredadores de Ducati, y un Aleix Espargaró que sigue ratificando el progreso de Aprilia.
Mientras Quartararo estiraba su ventaja, Mir la perdía hasta ser cazado. Cuando Miller se dispuso a cobrarse la segunda plaza, perdió la adherencia en el tren delantero, patinó y se llevó consigo a Mir. Ambos al suelo. Esto sucedió a siete vueltas para el final. De ese modo, Zarco y Aleix Espargaró pugnarían por la segunda plaza, que fue para el francés.
Tras ellos, Álex Rins cerraba la prueba en cuarta posición después de haber ganar diecinueve plazas; solo en el primer giro a Portimao ya avanzó doce de ellas. El catalán, otro de los que han puntuado en cada cita, es segundo en la general, con los mismos puntos que Quartararo, pero sin victoria, lo que distingue al francés como líder del Mundial. "Estoy impresionado con Fabio. Ha sido muy rápido", manifestó Zarco. "Fabio estaba en otro planeta", confirmó Aleix Espargaró, que aparece a solo tres puntos de Quartararo y Rins..
"He empujado al límite", confesó Quartararo, que sin embargo no transmitió apuros con su pilotaje. La sensación fue de una superioridad desbordante. "Aquí la recta no es tan larga, pero quería ir en solitario", reveló a la postre. Y tanto que lo consiguió. Mir apenas logró sostener el pulso una curva.
Por otro lado, los chicos de Honda decepcionaron tras encabezar los entrenamientos del viernes. Marc Márquez fue sexto, rodando sin ninguna opción de podio, por delante de su hermano, Álex, que acabó como la segunda Honda en la clasificación. Pol Espargaró cerró en noveno lugar.
"No me sentía como quería. No es donde queremos estar, no estamos preparados para luchar por la victoria", admitió Marc, cada carrera más distanciado de un nuevo título. El ocho veces campeón figura a 38 puntos de Quartararo, que es una excepción en Yamaha, porque en el Algarve, el siguiente piloto de la fábrica de los diapasones fue Andrea Dovizioso, que cruzó la meta a más de 29 segundos del vencedor. Por lo tanto, queda pendiente ver cómo se desenvuelve la Yamaha en trazados menos favorables y sujetos a la velocidad. Pero mientras tanto, el campeón ha reaccionado.