En fin. No sabría muy bien qué decir. Sobre todo, después de haberme interesado por los usos costumbristas de la comunidad de ciudadanos que viven en Carolina del Sur, una de las referencias sureñas por excelencia en EEUU. Les cuento: deambulaba con cautela por el ciberespacio en busca y captura de datos interesantes que me sirvieran para hacerme una idea de cómo comenzó la Guerra de Secesión norteamericana. Supongo que alguien en su momento intentaría hacérmelo comprender, pero a mi edad, supongo que el cerebro hace tiempo que se rindió. El caso es que al encontrar los links que parecían más significativos, no dudé en acceder. Y di con la clave. Según su catálogo de curiosidades, en aquel Estado llegó a ser ilegal usar bigote postizo en la iglesia si hacía reír a la gente. También parece que no se ajusta a la legalidad vigente que un conductor lleve los ojos vendados mientras conduce un vehículo. Por su puesto, está prohibido luchar contra un oso y, ni que decir tiene, que hacerse pasar por un clérigo sin serlo puede estar contemplado como un ataque al ordenamiento jurídico. Todo ello me dio en qué pensar, sobre todo, con la de jueces que hay en el Estado que se están convirtiendo en estrellas de la farándula mediática. Imagínense a los citados lidiando con el marco legal de aquel Estado.