A estas alturas de la película, casi nadie se chupa el dedo: que los intereses económicos suelen guiar con milimétrica eficacia la geopolítica es una obviedad, pero la hipérbole desplegada por la Administración Trump en menos de un mes de legislatura es tan epatante como peligrosa. En boca de cualquier otro, la estupidez esa de la “Riviera de Oriente Medio” en Gaza habría sonado a eso, a estupidez. Pero cuando lo dice un tipo como Trump, que ha logrado en las últimas elecciones un poder omnímodo y que en sí mismo no es otra cosa que un promotor inmobiliario, el tema resulta mucho más que inquietante. Ahora, Washington se sienta con Moscú en Riad para decidir sobre Ucrania... sin Ucrania, con un par bien grandes y de teflón. Ucrania tiene 22 yacimientos de minerales críticos de los 34 identificados por la Unión Europea. Ucrania –granero de Europa ¿se acuerdan?– es semillero de productos como el titanio, el litio o el uranio. ¿Saben para qué se utiliza por ejemplo el litio? Pues para la batería del móvil que llevamos todo el día en el bolsillo y para las baterías de los vehículos eléctricos... Teniendo en cuenta que Trump es un presidente condenado penalmente y que sobre Putin pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional, no creo que cosas como el Derecho, la Justicia, o la Humanidad estén sobre la mesa en Riad. Pero oye, business is business.