Queda claro que los apuros clasificatorios en los que se halla inmerso el Glorioso no son achacables únicamente a los errores arbitrales, pero las sibilinas actuaciones de los hombres de negro desde el inicio del curso han puesto al alavesismo en pie de guerra. Hasta el punto de que el club dijo basta y el sábado emitió un comunicado alzando claramente la voz. Algunos penaltis en contra del equipo albiazul son una broma de mal gusto que han costado muchos puntos en el casillero. Decretar una pena máxima cuando un balón toca en la mano mientras el defensor se encuentra de espaldas y completamente desequilibrado sin tener la más mínima intención de cortar un remate constituye un acto demencial. Lo peor de todo es que el VAR, una herramienta que llegó al fútbol para impartir justicia pero mal utilizada, no ha sido capaz de echar para atrás la injusticia cometida con las manos involuntarias de Guridi, Manu Sánchez y Abqar. Un futbolista no se puede cortar el brazo para impedir que el esférico le golpee en ocasiones en dicha zona. Como bien dice Luis García, solo queda confiar en que el Alavés se vea favorecido en el futuro por alguna de estas jugadas grises. Los perjudicados siempre suelen ser los mismos y esto hace desconfiar de un estamento que huele a podrido.