Pues ya estamos todos. Y si parecíamos pocos, parió la abuela. Y perdonen el exabrupto, pero es que no salimos de una para meternos en otra hasta el corvejón, que aún no soy capaz de identificar, pero que suena a profundo que asusta. El caso es que cuando aún no habíamos terminado de relamernos el regusto de la permanencia, el Glorioso ya está presentando jugadores y jugando amistosos a destajo, sin tiempo para asimilar que ya estamos otra vez con la burra a brincos. No hay tiempo ni para respirar y entiendo que a quien no le guste esto del deporte pueda acabar hasta el kopete, porque el fútbol liguero ya ha despertado de su mínimo letargo mientras que los Juegos Olímpicos de París ya han iniciado su periplo de gloria y de repercusión mediática sin parangón a la espera de más y mejores sorpresas de Pablo Laso y compañía, que amenazan con entretener a los medios de comunicación durante jornadas intensas. Me gustaría ponerme intenso y defender los valores de la importancia de los temas capaces de vertebrar a la sociedad... Pero desde mi experiencia, que ya es reseñable, puedo asegurar que no hay nada mejor para hacer comunidad que alardear de equipo de fútbol y de baloncesto locales. Así que (y disculpen), aúpa Alavés y gora Baskonia.
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