Vuelta a la normalidad. Este diario relata en páginas interiores que el curso escolar ha echado a andar, poco a poco, a su ritmo, pero con la idea de no parar ya hasta el próximo verano. A partir de ya, regresarán los episodios de estrés, las dobles filas en paralelo a las puertas de los centros escolares, el tráfico saturado en según qué horas y calles y el griterío de la chavalería en los patios de los colegios alaveses. Bendita normalidad. Pautas y horarios para domar el genio de esas fierecillas que hemos dejado asilvestrarse durante las semanas de julio y agosto en las que, quien más, quien menos, ha aprovechado para quitarse de encima los agobios impuestos por la conciliación inexistente, esa que acorta la vida de los aitas a la misma velocidad que es utilizada como arma de marketing por según qué políticos, que disfrutan con ese tipo de discursos que no llevan a ningún lugar reconocible. En fin, con apreturas, con los problemas generados por las empresas de transporte escolar, con la falta de niños y con todas esas cosas que ponen los pelos de punta, la educación y sus profesionales siguen siendo insustituibles y pilar fundamental de esta sociedad y de todas aquellas que creen en la necesidad de inculcar valores y conocimientos para formar mejores personas.
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