Este fin de semana hemos estado de celebración. Mi hija ha cumplido 4 años y lo hemos festejado por todo lo alto. El viernes hicimos una merendola con sus amiguitos; el sábado de comida con la cuadrilla; y el domingo, tras correr la Carrera de la Mujer, lo celebramos de comida con mi familia política. Muchos de los que le felicitaban me decían: “¡Qué rápido pasa el tiempo!”. Rápidamente pensaba, “ya claro, en casa de los demás…”. Esto me ha hecho recordar una frase en euskera que hace años me dijo una amiga: “Egunak luze, urteak motz”. Traducido es que el año se pasa rápido pero el día a día despacio. Así siento la maternidad. Miro atrás y digo: “uf… 4 años ya y no sé ni cómo he llegado hasta aquí”. Pero cuando vivo el día a día, digo: “uf... y todavía son las tres de la tarde”. La verdad es que la maternidad es tan dura como bonita. Casi a partes iguales. Con June está siendo un aprendizaje diario y, ¡qué leches, lo estamos haciendo bien! Siempre hay dudas, culpa, miedos, culpa otra vez… pero lo hacemos lo mejor que podemos y eso siempre es hacerlo bien. Verla riéndose de sí misma porque está haciendo el bobo delante de un espejo, verla cantar o bailar sin ritmo ni reglas que seguir… Al final, verla siendo feliz ya me hace sentir la mejor. Zorionak txikitina y eskerrik asko por tanto.