Hoy mismo se acaban las clases en muchos colegios de Vitoria. Los alumnos y profesores cogen sus ansiadas vacaciones de Semana Santa. Eso tiene un reflejo en las familias porque las vacaciones escolares son directamente de quienes están en las aulas enseñando o aprendiendo. Mientras nuestros hijos van al colegio, mientras el tiempo está lleno de rutinas, las cosas están controladas. Pero cuando llegan las vacaciones y esas rutinas desaparecen, entonces ocurre que nos damos cuenta de que el día tiene muchas horas. Ahora hay que cubrir todas esas horas mientras los miembros de la familia trabajan. Está claro que los niños necesitan vacaciones, no solo para desconectar de la rutina del curso, también para pasar más tiempo en familia. Es muy saludable para ellos contar con un tiempo al año libre de obligaciones y exigencias y con más flexibilidad. Estos momentos tienen, sin duda, un impacto emocional positivo en ellos. Están felices, emocionados y se divierten. Sin embargo, hay un problema muy grande: las vacaciones de las madres o padres no siempre coinciden con las vacaciones escolares. Lo que necesitan nuestros hijos es, fundamentalmente, pasar tiempo y compartir vivencias con sus amas o aitas. Pero la conciliación de la vida familiar y laboral sigue siendo un mito.
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