Las recetas gubernamentales para tratar de aliviar esta galopante crisis que nos vacía los bolsillos han consistido en un descuento de 20 céntimos en el litro de combustible (hasta el próximo día 30) y a limitar el precio del gas para que rebaje la factura eléctrica de los hogares (medida que estará vigente 12 meses). Ambas tienen en el horizonte una duración limitada de aplicación y, en el caso de la segunda, pese a estar publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el sábado 7 de mayo, acaba de recibir el visto bueno desde las instancias europeas. Esos “pocos días, unas semanas” a los que se refirió la ministra, Teresa Ribera, para que fuera una medida plenamente efectiva se han alargado desde el 27 de marzo cuando se empezó a cacarear el anuncio de poner freno al precio del gas y la electricidad. Será a partir de la subasta del próximo martes cuando parece será efectiva. Más sangrante es la limosna de los combustibles. El 1 de abril, al hacerse efectiva esa rebaja de los 20 céntimos, la gasolina sin plomo se cobraba a 1,95 euros el litro y el gasóleo a 1,91. En este tiempo sus precios se han disparado hasta límites desconocidos con lo que queda amortizado ese supuesto descuento. Mientras tanto el IPC desbocado en el 8% y nuestros bolsillos con telas de araña.