Cada minuto que transcurre en el pulso de los sindicatos y la (llamada) plataforma asindical de la Ertzaintza contra el Gobierno Vasco es un paso más hacia el abismo. Lo penúltimo, que me temo que habrá sido superado ya, es una amenaza en toda regla de los extrasindicales: “No tenéis ni idea de la que se os viene encima”, se leía en un mensaje en diferentes redes sociales del grupo de reciente creación. No parece el tono más adecuado para dirigirse a los representantes democráticamente elegidos por la ciudadanía de los tres territorios. Menos, cuando quienes profieren esa intimidación con un revelador uso del tuteo son agentes de policía, es decir, personas a las que se les supone (y cabe exigirles) una exquisita administración del respeto. La misma, por cierto, que ellas y ellos merecen, faltaría más.
Desconozco si eso “que se viene encima” es el boicot a las tres etapas del Tour que pasan por nuestro territorio o si, incluso, se habla de algo de todavía mayor alcance. Lo que sí tengo claro es que estamos ante una situación de una gravedad extrema que va más allá de la prueba ciclista en sí. Creo que no es difícil comprobar en cualquier conversación a pie de calle que estas actitudes resultan poco comprensibles para una parte creciente de las ciudadanas y los ciudadanos de este país. La desafección está dando paso a la antipatía en una espiral que cada vez se antoja más irreversible. No deja de ser un sentimiento radicalmente injusto en tanto que traslada unos comportamientos concretos a todo el cuerpo. Pero, por desgracia, es el resultado de la imposición de la visceralidad sobre la razón. Le veo muy mal arreglo.