EH Bildu salta y brinca. El PP del terruño se relame con delectación. En el grupo mediático que ustedes saben, se baila la conga de Jalisco. En las cabeceras de la izquierda patriótica se brinda con kalimotxo. ¿Quién es el responsable de semejante explosión de algarabía en banderías de querencias teóricamente contrarias? Por sorprendente que parezca, el espolvoreador de felicidad ajena es el secretario general de los socialistas vascos, Eneko Andueza, que ha batido su propio récord de incontinencia verbal. Es cierto que nos tiene acostumbrados a soltar cargas de profundidad (anduezadas, se conocen en el gremio plumífero) contra su socio de gobierno en las principales instituciones vascas. La misma fuerza de la costumbre había hecho que esas salidas de pata de banco, si bien siempre encontraban acomodo en los titulares, se quedaran en pedete sin mayores consecuencias.
De alguna manera, se daba por amortizado que, una vez cada diez o quince días, el eibartarra, ahora convecino del lehendakari Imanol Pradales en Portugalete, sacaría el pie del tiesto. Lo entendíamos –hablo de los opinateros pero también de sus sufridos compañeros de coalición– como una mezcla de desahogo con la lógica necesidad de marcar territorio cuando se es el aliado de menor tamaño. Sin embargo, lo del miércoles en el primer canal de ETB fue bastante más allá de las largadas habituales. Ni corto ni perezoso, Eneko Andueza puso en duda las “ganas del PNV” de seguir adelante con la coalición. Una acusación gravísima que, por lo demás, no se corresponde con ningún pronunciamiento público ni privado de los jeltzales, que defienden la entente por tierra, mar y aire. Y lo hacen, además, respaldando la defensa con hechos contantes y sonantes, como bien saben no solo en la sede del PSE, sino en Ferraz y en Moncloa, donde es altamente probable que no haya sentado ni medio bien tan gratuito e injusto misil dialéctico. Cuidado con los cántaros que van demasiado a la fuente.