Habrá que reconocerle el mérito al comunicador Carlos Alsina. Una sola pregunta a Pedro Sánchez ha valido por cien entrevistas. “¿Por qué nos ha mentido tanto, presidente?”, espetó el conductor del programa matinal de Onda Cero. “¿En qué?”, llegó a farfullar el interpelado, dando paso a la retahíla que llevaba preparada el presentador de la radio de Atresmedia. Y la caverna no deja de rugir desde ese instante.
Desde ABC, Ignacio Camacho utiliza la pregunta como titular para la pieza y termina rematando, más o menos, que no es que Sánchez mienta sino que nunca dice la verdad: “De todos modos la respuesta daba igual; el problema, y un problema grave, consiste en que hayamos llegado a un punto en que sea posible y necesario plantearle esa cuestión a un gobernante. Porque todos mienten siempre un poco pero hay uno que lo hace más que nunca nadie. Y todo el mundo lo sabe”.
"El presidente del Gobierno es un hombre sorprendido de que a decir una cosa y hacer la contraria se le llame mentir"
En Libertad Digital, Cristina Losada mete el dedo en el ojo aún más profundamente. Según ella, Sánchez ni sabe lo que es mentir: “El presidente del Gobierno es un hombre sorprendido de que a decir una cosa y hacer la contraria se le llame mentir. En realidad, le sorprende que no se le alabe por haber hecho, tantas veces, lo que había dicho que no haría. Da la impresión de que esta práctica resulta, para él, norma incuestionable de la política y dominarla, un virtuosismo que debe admirarse. Se sorprende porque cuando dijo que no haría algo, lo dijo sin asumirlo como un compromiso que, de alguna manera, le atara”.
"Una repuesta de Sánchez no importa a nadie porque procede de un animal invertebrado cuyo principal atributo es la liquidez"
Jorge Bustos se adorna en El Mundo, con cita de Bob Dylan incluida. Su curiosa y pelotera tesis es que de la entrevista lo verdaderamente interesante residía en las preguntas: “Una repuesta de Sánchez no importa a nadie porque procede de un animal invertebrado cuyo principal atributo es la liquidez: la abolición de la correspondencia entre lo dicho y lo hecho, entre la voluntad y la responsabilidad. Si se le inquiere por lo que ve al mirarse al espejo, él contesta que pandemias y volcanes y guerras. La entrevista entera se redujo a una única pregunta sin respuesta que quedó flotando en las ondas como la canción de Dylan: por qué nos ha mentido tanto, presidente. «En qué», tuvo el cuajo de replicar. No quiso Alsina rematarlo en un susurro: tengo una lista pero no hará falta, Pedro, porque todo tú eres mentira”.
En El Debate, Antonio R, Naranajo se pone las botas. Cada párrafo de su diatriba contiene una carga de profundidad como esta: “Con Sánchez no hace falta recurrir al epíteto, aunque sea tentador hacerlo, para desnudarle sin réplica posible: basta con recordarle sus propias promesas, un eterno catálogo de solemnidades prostituidas por sus decisiones posteriores”.
Masticando el mismo solomillo, Jorge Vilches tira en The Objective de esa ironía que corre el riesgo de no entenderse: “No había mentido nunca, contestó. Eso son maledicencias. Fueron cambios de opinión forzados por las necesidades de la gobernanza. Porque él solo piensa en el bien común, no en el suyo personal. Si por eso han de tildarlo de mentiroso, que así sea. Cargará con el sambenito con resignación. En realidad es una víctima de la incomprensión cerril y de los medios «conservadores», que son mayoría, y que distorsionan la realidad para engañar a los ciudadanos incautos. Si los españoles supieran lo que se esfuerza por nosotros no habría un voto a favor del PP, un partido que nos lleva a la caverna de Platón de la mano de la «ultraderecha»”.