Menudo fin de campaña para el PSOE. En apenas una jornada, una retahíla de dirigentes socialistas locales han sido detenidos por presuntas compras de votos, inducción al secuestro y agresión. Era imposible que, a tres días de la cita con las urnas, la prensa de orden no se diera un festín.
En la primera de ABC, el dedo señala a la Moncloa. “Sánchez calla ante el alud de escándalos de compra de votos que cercan al PSOE”, reza el titular de apertura. Debajo, la apostilla con vitriolo: “Ferraz busca a la desesperada denuncias contra el PP, mientras las detenciones de socialistas y sus socios se extienden por Andalucía, Murcia, Canarias y Melilla”.
"El Partido Socialista afronta ahora una crisis reputacional ante la que, inexplicablemente, sus máximos responsables han decidido guardar silencio"
Lógicamente, el editorial tira del mismo hilo, que, en este caso, empieza a ser soga. Bajo el título “Un PSOE sin respuestas”. La argumentación, a huevo: “El que en un lapso tan corto de tiempo se hayan hecho públicos todos estos escándalos induce a pensar de forma justificada que el partido en el poder se encuentra o bien fuera de control o, al menos, en un régimen de vigilancia insuficiente por parte de sus responsables. A la desastrosa planificación de una campaña desgraciada desde su origen, el Partido Socialista afronta ahora una crisis reputacional ante la que, inexplicablemente, sus máximos responsables han decidido guardar silencio”.
Por si no se ha captado, el director del vetusto diario, Julián Quirós, sirve una dosis de recuerdo: “Pedro Sánchez ha tenido cuatro ocasiones para disculparse pero calla, como Juan Espadas, cuya mano derecha en Andalucía ha sido imputado por secuestro. Y la Policía anda detrás de otras tramas socialistas de falsificación de votos en La Gomera, Murcia y Sevilla. Son casos aislados, dicen, con un parecido abrumador. Estos son los avales con los que el PSOE concurre a las urnas, y para neutralizar las operaciones policiales anda fabricando denuncias deprisa y corriendo contra el Partido Popular. Esperemos que esta vez no llamen golpistas a los demás”.
"Sería un desenlace de justicia poética que el final del ciclo de Sánchez se precipitase como empezó: a cuenta de un fraude"
Carlos Herrera no se priva de meter la cuchara en el sabroso potaje: “Imaginen simplemente que lo de Melilla y Mojácar le ocurre al Partido Popular: no hace falta ser una lumbrera para entrever que en este mismo momento y de forma ininterrumpida toda la artillería mediática del sanchismo estaría enloquecida y gritando a coro «Ayuso dimisión»”. Otro de los columneros de tronío de la cabecera madrileña de Vocento, Ignacio Camacho, remata así su pieza: “El goteo de dirigentes detenidos en las últimas horas barrunta una catástrofe. Están apareciendo indicios de corrupción electoral por todas partes y sería un desenlace de justicia poética que el final de su ciclo se precipitase como empezó: a cuenta de un fraude”.
"De todos es sabido que Sánchez conoce bien a la corporación del ayuntamiento almeriense, lleva años veraneando allí"
En La Razón no falta el asunto, aunque el tratamiento queda deslucido ante el de su rival en el kiosco. Salva un poco los muebles la televisiva Sandra Golpe, ejerciendo de opinatera, y relacionando de este modo tan peculiar a Sánchez con una de las localidades donde se ha detectado el pufo: “Al PSOE le ha estallado el asunto entre las manos sin que, de momento, hayamos escuchado la valoración del presidente del Gobierno sobre los casos de Melilla, Murcia o Mojácar. De todos es sabido que Sánchez conoce bien a la corporación del ayuntamiento almeriense, lleva años veraneando allí. Y algo tendrá que decir también del follón escandaloso en Maracena, el secuestro de una concejala que salpica directamente a la mano derecha de Juan Espadas”.
"La única imagen que proyecta el PSOE, a estas alturas, es la del conejo deslumbrado por las luces en medio de la autopista"
El Español de Pedro J. Ramírez editorializa sobre el asunto. Su aportación consiste en la relación de cosas que Sánchez pudo hacer y no hizo: “Sánchez tuvo la ocasión ayer de abordar una rápida operación de control de daños. Pudo anunciar una investigación exhaustiva sobre el fraude electoral y el secuestro de una concejala. Pudo incluso relativizar la magnitud del problema y proporcionar explicaciones detalladas. En cambio, ignoró los casos y atribuyó los problemas a la voluntad del PP de "embarrar la campaña". Parece un argumento poco eficaz si el propósito es persuadir al votante desencantado. La única imagen que proyecta el PSOE, a estas alturas, es la del conejo deslumbrado por las luces en medio de la autopista”.
"Quien no tiene escrúpulos como para comprar los votos tampoco los tiene para falsear su recuento"
Con más ricino, el editorialista de Libertad Digital se lía la manta a la cabeza y previene sobre un pucherazo en el recuento: “Lo que es evidente es que la izquierda de este país —esté o no al servicio de los intereses marroquíes— ha recuperado prácticas del caciquismo decimonónico que ya sólo se dan en repúblicas bananeras. Harán bien PP, Vox y Ciudadanos en extremar la vigilancia el próximo domingo en todas las mesas electorales. Y es que quien no tiene escrúpulos como para comprar los votos tampoco los tiene para falsear su recuento”.
Compitiendo con la exageración, el vociferador de El Debate Ramón Pérez-Maura se saca de la sobaquera el comodín del golpe de estado: “En el último día de la campaña electoral de estas elecciones municipales y parcialmente autonómicas, la gravedad de la amenaza a nuestra democracia es mayor que en el golpe de Estado de 1981. Comprendo que esto pueden parecer palabras muy gruesas. Pero en 1981 vivimos un golpe perpetrado por una mínima facción del Ejército y que tuvo un insignificante respaldo popular. En los últimos días hemos visto cómo surgen por doquier indicios de manipulación del voto por correo, la mayor parte realizados desde el partido del Gobierno o de un partido que gobierna con el PSOE en Melilla”.
Metidos en demasías, el editorialista del digital ultracatólico pide la dimisión de Sánchez. Tal cual: “Si Sánchez no es capaz de explicar con urgencia tal cúmulo de indicios de «pucherazo» y demostrar de manera fehaciente que las elecciones van a ser limpias, hoy mismo debería dimitir de todas sus funciones. España no se merece esta inaceptable duda”.