La prensa de orden sale en tromba a defender al pobrecito emporio empresarial que pliega la rojigualda y enarbola la tricolor de los Países Bajos. Según veremos en los próximos entrecomillados, no es que vaya Ferrovial, sino que huye del gobierno socialcomunista que le da mala vida y, de propina, le riega de amenazas.
“Inaceptable acoso a la libertad y la empresa”, protesta el editorialista de La Razón, señalando al culpable del traslado de la compañía: “Se puede pensar que se recoge lo que se siembra y que la izquierda ha situado el cartel de sospechoso sobre el empresariado en lugar de haber tejido complicidades y sintonías con los artífices de buena parte de la prosperidad y el bienestar de los españoles. La libertad, la propiedad y la seguridad jurídica son baluartes del estado de derecho y los poderes públicos deberían velar por ellos con todos los medios. Este Gobierno no lo ha hecho y las consecuencias no son baladíes”.
"El Gobierno español no ha sido capaz de crear un entorno atractivo, amistoso e imparcial hacia los empresarios"
El editorial de ABC tira por los mismos derroteros. La idea viene a ser que lo raro es que no se marchen todas las firmas patrias: “El Gobierno español no ha sido capaz de crear un entorno atractivo, amistoso e imparcial hacia los empresarios. Desde el poder se designan empresas ganadoras –véase el caso de Indra–, en la que se entremezclan los intereses públicos y privados, o se rescatan compañías de quienes tienen acceso a los círculos de poder. Se abusa, además, de la Agencia Tributaria y del exceso de regulación. Y no hay que olvidar que uno de los socios del Gobierno está permanentemente criminalizando, con nombres y apellidos, a los empresarios más destacados del país. Es una desgracia que Ferrovial haya tenido que plantearse retirar su sede social del país que la vio nacer, pero es evidente que tiene derecho a decidir autónomamente cuándo y cómo desea ejecutar su expansión global”.
"En este país es más fácil que una persona cambie de sexo que una empresa de nacionalidad"
La columnera del vetusto diario María José Fuenteálamo se apunta al cuádruple tirabuzón. ¿Se puede mezclar la autodeterminación de género con la deslocalización empresarial? Se puede: “En este país es más fácil que una persona cambie de sexo que una empresa de nacionalidad. El mismo Gobierno que acepta –y vota– con los ojos cerrados cuestiones contra la naturalidad de la biología envía cartas a lo 'Ne me quitte pas' contra la artificialidad de las fronteras. Todo, o casi todo, cuestión de dinero. Se quiere cambiar Ferrovial de bandera y al Gobierno de la libre identidad no le gusta la idea, lo que confirma que lo de la autodeterminación es sólo para quien a ellos conviene y que Hacienda somos todos, pero sobre todos, el Gobierno”.
"Son prácticas de la mafia o de señores feudales que le exigen a sus siervos de la gleba derecho de pernada"
En Libertad Digital miran a la Sicilia para las comparaciones. “Ferrovial y la Cosa Nostra”, titula Emilio Campmany, que se queda corto al lado de su compañero Carmelo Jordá, quien opta por algo más explícito: “Una cabeza de caballo en la cama de Ferrovial”. A esta pieza corresponde la largada que viene a continuación: “Son prácticas de la mafia o de señores feudales que le exigen a sus siervos de la gleba derecho de pernada y no moverse de sus dominios en su vida. Porque más allá de que la decisión de la Ferrovial nos pudiese gustar más o menos, una empresa o un particular tienen todo el derecho a gestionarse como mejor les parezca y, sobre todo, a instalarse donde les de la gana. ¿Quién son Sánchez y Calviño para decirle a nadie dónde debe colocar su sede? ¿Cómo se atreven agitar el espantajo de Hacienda para tratar de torcer la voluntad de una entidad libre? Lo dicho, costumbres mafiosas: la camorra y las famiglias de las películas utilizan lo que tienen a mano, la violencia pura y la intimidación, y este Gobierno como no puede colocarnos una cabeza de caballo en la cama nos amenaza con el BOE y sus sicarios de Hacienda”.
Pedro J. Ramírez, que siempre se apunta a adivino, pronostica: “Las amenazas a Ferrovial serán un bumerán para el Gobierno”. Y lo explica así en el falso editorial de El Español: “La realidad es que lo que es malo para las empresas españolas es pésimo para los españoles. Convendría por ello que el Gobierno fuera consciente de sus amenazas pueden o no detener la salida de Ferrovial de España. Pero lo que conseguirán con total seguridad es aumentar la incomodidad del sector empresarial con un Gobierno que camina hoy en dirección contraria a la del resto de países de la UE”.
En El Debate, el subdirector, Luis Ventoso, se dirige (tuteándola con paternalismo y desdén) a la vicepresidenta del gobierno: “La verdadera razón por la que se van, querida Nadia, es que los empresarios también son humanos y lleváis tres años largos faltándoles al respeto, insultándolos en público, abrasándolos a impuestos y tachando de «obscenos» sus beneficios (que permiten que las compañías mantengan el empleo y otorguen dividendos a los accionistas que apuestan por ellas). Se van, querida Nadia, porque en ningún otro país occidental de economía de mercado su Gobierno se permite amenazar a una empresa con represalias fiscales por decidir trasladar su sede fiscal (libremente y con todo el derecho)”.