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“Dormimos muy a gusto. Somos felices sabiendo que hemos ayudado a la gente”

Catherine González, de 34 años, y Jesús Díaz, de 73, son dos de los 1.705 voluntarios de Cruz Roja en Álava

“Dormimos muy a gusto. Somos felices sabiendo que hemos ayudado a la gente”Pilar Barco

Catherine González, de 34 años, y Jesús Díaz, de 73 años, son dos de los 1.705 voluntarios de Cruz Roja en Álava y dos ejemplos a la hora de ayudar desde Vitoria. Y, casualmente, ambos empezaron a hacerlo un mes de abril. 

Ella, dentro cuatro meses, cumplirá dos años ayudando en tareas de apoyo administrativo: “Empecé justamente con el área de Voluntariado y Formación. Y actualmente apoyo allí mismo y también en la UES (Unidad de Emergencia Social), dirigida a personas sin hogar, y en Eficiencia energética.

GRANDES GRANITOS DE ARENA

El gran granito de arena que aporta es en tareas que van desde el escaneo de hojas, a armar carpetas, a subirlas al sistema, contestar llamadas... “Es toda esa parte de atrás que no se ve pero que es fundamental para atender a las personas de los diferentes programas”, sintetiza Ana Gorrochategui, técnica del Área de Voluntariado. 

González en sus tareas de apoyo administrativo

En el caso de él, lo hace desde hace una década, en cuanto se jubiló, y su mujer le propuso que echara una mano en esta organización humanitaria, de la que ya eran socios, “fue en el momento en el que me pregunté qué que iba a hacer ahora, después de estar todo el día de viaje por ahí y de reuniones. Pensé que así me moría en cuatro días”, recuerda Díaz que empezó en el boleto del Sorteo de Oro, para lo que vino de perlas sus conocimientos de 44 años como comercial.

Una vez que terminó, “estuve informatizando cosas de abajo, en la oficina, y luego ya me ficharon para alimentos, cuando se hacía la recogida, y había que colocarlos, mirar la fecha de caducidad, para poder servir todos los productos y toda la comida en perfectas condiciones y después, pasé a Intervención Social”.

Díaz junto al vehículo de Cruz Roja que usa para transportar a personas con problemas de movilidad

REINVENCIÓN

A lo largo de esta década, se ha ido reinventando también con los diferentes cursos para formarse y ‘reciclarse’ para ayudar en esas diferentes áreas de voluntariado. “Aquí he hecho cursos de todo, incluso tengo el título de socorrista y el de para saber hacer la RCP (reanimación cardiopulmonar)”, precisa.

Es “el chico de los recados”, como bromea Gorrochategui, porque Díaz echa allí una mano con todo lo que puede y más “y cuando se le llama y cuando no”.

“Vengo todos los días desde las nueve de la mañana. A las 13.00 horas, tengo, por ejemplo, hoy un servicio. Recojo a un señor, con problemas de movilidad, en una residencia y le llevo a una cita médica en una furgoneta en la que se pueden meter sillas de ruedas”, precisa él. 

González, Gorrochategui y Díaz

Si bien, lo más habitual es que la gente ayude un par de horas a la semana, cuando pueden.

“A mí me motivó mucho enterarme de que podía ser voluntaria en Cruz Roja porque en Perú, donde yo he crecido, siempre ha habido esa voluntad de ayudar al prójimo y mi mamá siempre me lo inculcó”, dice González. Por ello, no dudó en que podía hacer algo por otras personas, después de “venir acá”, a Vitoria.

En un principio, su voluntariado era casi todos los días, pero con el tiempo dejó de hacerlo tanto “porque empecé a meterme en cursos”. Pero ahí sigue “porque el ambiente es muy bonito, muy plácido, muy calentito, en el Área de Voluntariado con Ana, Dorleta, Andrea, Rebeca... Te hacen sentir como en casa”.  

RECOMENDABLE

Se trata de aportar, cuando se pueda. Y desde entonces, como remarcan, duermen muy a gusto. “Soy feliz sabiendo que he ayudado a la gente, que luego, te devuelve ese trabajo dándote las gracias. Se lo recomiendo a todo el mundo”, anima Díaz.

Él así lo hizo con su cuñado, Pedro, “que también se hizo voluntario”.

Un tiempo de ayuda que le ha servido también para conocer a mucha gente y a otros voluntarios, gracias al pintxo-pote que empezaron a organizar o con las excursiones entre ellos.

“Así sabemos en qué área está cada uno”, resalta González, que se queda “con la satisfacción de que el tiempo que doy aquí es muy provechoso. Me da mucha alegría venir y saber que aparte de disfrutar con lo que hago, me siento útil y estoy ayudando”.