Como no existía ningún tipo de protección sobre el edificio, “los propietarios pueden hacer la alteración que han hecho”. El resultado, en el bloque de la Avenida Santiago, entre los número 55-57-59, tras su reforma energética, que conllevó la desaparición de su singular recubrimiento en esmaltado rojo y de su icónica escultura de Joaquín Lucarini es un “edificio totalmente descontextualizado con el barrio”.
Por eso, en 2022 el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN) demandó al Ayuntamiento por la concesión de una licencia contraria a la Ley de Ordenación de la Edificación. Aseguraba que el Ayuntamiento incumplía la misma por conceder licencias de obra para rehabilitaciones energéticas sin un proyecto redactado por arquitectos y visado por el Colegio.
El jueves, la justicia ha dado la razón a los arquitectos con una sentencia “magníficamente redactada, mejor estructurada y fundamentada, plena de acierto y de sentido común”, al declarar nula esta concesión de licencia municipal en este bloque de Santiago. El fallo, eso sí, no obliga a volver a restaurarlo, solo exige al promotor legalizar la actuación, con la firma de un arquitecto, y no le impone costas ya que ni siquiera ha intervenido en el litigio, pero reprocha al Consistorio la "falta de vigilancia y previsión".
Por tanto, solo tendrá "eficacia declarativa". Además, "no se extrae con claridad que haya vencido el pleito la parte actora".
Pérdida de identidad arquitectónica
En junio de 2022, el Colegio anunció el inicio de acciones legales contra el Ayuntamiento de Vitoria. Unas acciones que partían de “nuestra preocupación por la calidad de las rehabilitaciones” que se estaban realizando en la ciudad, con pérdida de identidad arquitectónica y utilización de técnicas y materiales “inadecuados, bajo la excusa de la eficiencia energética”.
“Hoy, casi tres años después, tenemos la satisfacción de anunciar que la justicia nos ha vuelto a dar la razón, como en el mural del centro cívico de Nanclares de la Oca y en el concurso de la estación de Goya"
“Hoy, casi tres años después, tenemos la satisfacción de anunciar que la justicia nos ha vuelto a dar la razón, como en el mural del centro cívico de Nanclares de la Oca y en el concurso de la estación de Goya”, ha celebrado este miércoles el presidente del COAVN, Pablo Ortiz de Zárate en una rueda de prensa acompañado por Alberto García Yela, vocal de la junta del COAVN y autor del informe en el que se sustancia la sentencia.
En este caso, los arquitectos entienden que se trata de una sentencia “llena de sentido común, clara, concisa y aleccionadora” porque resuelve conforme a derecho, una situación que es relativamente común, como es la modificación de una fachada por la rehabilitación de su edificio. “Pero de acuerdo a la normativa, es competencia exclusiva del arquitecto, siempre y cuando, constituya una alteración arquitectónica del edificio”, insiste el COAVN.
Y el fallo, en concreto, destaca "que es una obra de arquitectura, no de construcción", que ha producido "un cambio integral de las cuatro fachadas", al reemplazar una obra de arquitectura con imagen de los años 70 por otra de los años 2020, "organizando de nuevo los elementos compositivos generales del exterior".
"Sin marco regulatorio"
Asimismo, la sentencia exige al Consistorio “una actuación más vigilante y, de hecho, en 2021 recibimos por su parte una promesa por escrito de que estas obras se tramitarían, de acuerdo a la Ley de Ordenación de la Edificación, pero siguen sin producirse y deja a la ciudad sin un marco regulatorio de estas obras, que tienen tanto impacto en la imagen de la ciudad y en la de las responsabilidades futuras”.
Es por ello que consideran que es una sentencia “magníficamente redactada, mejor estructurada y fundamentada, plena de acierto y de sentido común. Da la razón al Colegio y recomienda al Ayuntamiento otra forma de proceder con proyectos como es objeto de juicio”.
La importancia arquitectónica del edificio
Por su parte, García Yela ha resaltado la importancia arquitectónica que tenía este edificio en la Avenida Santiago, proyectado en 1967 por José Antonio Pérez Enciso, que se caracterizaba porque en su día estaba a la entrada de la carretera de Irún a Madrid. “Era la primera imagen que se tenía la ciudad y remataba el barrio de Arana”.
Su fachada principal era de un almohadillado de planchas rojas esmaltadas, que se hicieron en San Ignacio, con una escultura de Joaquín Lucarini, que representaba el origen obrero de este distrito. “Incluso en el edificio gemelo existía una escultura que se ha traslado después al parque de El Prado”, ha recordado.
"El resultado ha sido esto"
El objetivo de su rehabilitación era ganar en eficiencia energética, colocando un Sistema de Aislamiento por el Exterior (SATE), superponiéndola a la fachada existente “para abrigarla”.
Pero el resultado “ha sido esto”, como han vuelto a lamentar, mientras mostraban la imagen del después. “Está claro que no se parece en nada al edificio original y destacamos que no responde a una obra de construcción, sino que es de arquitectura, porque se ha sustituido un edificio por otro”, ha reprochado García Yela.
En consecuencia, debería de haberse tramitado como una licencia de obra mayor y redactada por el técnico competente. En este caso, un arquitecto.
La importancia, como ha matizado, también tiene que ver con la documentación y controles que exige, de ser tramitada como obra mayor o menor, “ya que existen diferentes garantías para que el Ayuntamiento se tenga que preocupar para que se realicen en las mejores condiciones posibles, aparte de la imagen que se proyecta en la ciudad con estos edificios”.
Y ahora, este de la Avenida Santiago, “no deja de ser un edificio totalmente descontextualizado, en un barrio y de una época, con estos intentos compositivos que no se sabe muy bien qué interés tienen”.
Catálogo de edificios contemporáneos
La sentencia también sugiere al Ayuntamiento que realice un catálogo de edificios contemporáneos “ya que actualmente solo se incluye a los que tienen una edad, por lo que, básicamente todos del movimiento moderno no son bien de interés cultural”.
Sin embargo, los arquitectos creen que esto se puede hacer. “De hecho, ya se ha hecho en Madrid con el edificio Girasol, en el que se ha hecho una intervención SATE. El arquitecto es el mismo de Los Pintores de San Martín, de ladrillo naranja. Tras hacer el SATE, se ha vuelto a revestir de ladrillo, con lo cual, no ha perdido identidad”.
El motivo de ello es que en Madrid también se han catalogado los edificios contemporáneos, “pero en Vitoria no, así que este edificio de 1967 no tenía ningún grado de protección, pero eso no quiere decir que nos podamos cargar absolutamente todo. Era bonito y emblemático de la ciudad y en estos momentos, no sé ni cómo llamarlo”.
La propia sentencia puntualiza que "para evitar tanta inseguridad jurídica, y que lo que valga para una ciudad no sirva para otra, quizá lo mejor sería que la administración municipal desplegara un especial esfuerzo de estudio y catalogación de sus edificios privados más característicos, pintorescos, de mayor importancia técnica o artísticas, o por las razones que considere, siempre de utilidad pública y de interés general de la población a la que sirven".
"Pátina de mediocridad"
“Al final, con la excusa de la eficiencia energética, se da una pátina de mediocridad a todo que a nosotros nos preocupa y hay edificios que merecen un tratamiento más considerable. El resultado tiene que integrarse en la ciudad, por eso exigimos al Ayuntamiento, que se haga por los técnicos competentes. Al final, tenemos una ciudad que no es atractiva para vivir”, ha remarcado, por su parte, el presidente del COAVN.
Otra consecuencia de la desaparición de la escultura de Lucarini es que “ahora cuando haces una solicitud de licencia para la reforma de un edificio, tienes que indicar si existen elementos artísticos. El pobre Lucarini ha servido de chivo (expiatorio), pero cuántos más habrán caído antes”.