Vitoria ha vuelto a convertirse este sábado en capital de coleccionismo. Y lo ha hecho tras acoger, por décimo octavo año consecutivo, el tradicional Encuentro de Coleccionistas, que ha tomado como escenario una de las salas del hotel Silken Ciudad de Vitoria. Un espacio de exposición, intercambio y venta abierto al público, tanto por la mañana como por la tarde, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas; respectivamente.
En este sentido, han sido cerca de una quincena los grandes aficionados y fabricantes locales, y también allegados de otros rincones nacionales, los que han dado vida a un evento centrado en la colección de pines, colocados en perfecta posición sobre los pequeños puestos para todo aquel que quisiera reparar en ellos.
“Estas ferias, al igual que las de cromos y calendarios o chapas de champán, son encuentros de cambio, aunque también se vende a un precio razonable a través de un acuerdo”, ha explicado a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el ya jubilado comerciante Ignacio Zulaica, miembro de la Asociación de Coleccionistas de Pines de Álava, Orratz, el organizador de esta feria.
Múltiples temáticas
De más o menos tirada, pero de múltiples temáticas. Desde aquellas vinculadas al espíritu gasteiztarra, como La Blanca, las cuadrillas de blusas y neskas así como el Deportivo Alavés, hasta pines basados en naturaleza, arte, marcas de coches o bebidas, entre los principales.
“Somos un poco recolectores del pasado"
Cosechadores de series, en su mayoría ya retirados del ámbito laboral, que cubren parte de su tiempo de ocio con colecciones e iniciativas como esta. En el caso concreto de Zulaica, son cerca de 30 los años que lleva sumergido en este mundo. “Somos un poco recolectores del pasado. A mí esto me ha venido desde pequeño, cuando comencé recopilando postales de Vitoria, cerillas, chapas de botellas de champán o de refrescos. Cosas que, en general, no te suponían una inversión muy grande”, recuerda este veterano gasteiztarra.
"El coleccionismo es como el que va detrás de su equipo de fútbol o baloncesto”
Asimismo, comenta que citas como las de hoy le sirve “para quitarse cosas haciéndole un favor a otras personas”. “Con tener uno de cada me vale”, ha indicado entre risas.
Coleccionar también es una motivación para viajar. En palabras de Zulaica, “el coleccionismo es como el que va detrás de su equipo de fútbol o baloncesto”, porque “te mueves”. “Conseguir los primero te anima a ir a por más. Y, poco a poco tu colección se va ampliando”, añadía señalando su muestrario, entre los que destacaban maillots de ciclista o el icónico Bambi.
A pocos metros, Fructuoso Izal, llegado desde Mutilva (Navarra), luce en su pequeño puesto exclusivo de pines de los que quiere “deshacerse”, algunos repetidos; otros, en cambio, no. “Cuando uno empieza a coleccionar de todo, se llama el basurero, en nuestro argot”, comenta. De hecho, lo que ahora conserva bien catalogado y archivado son los heráldicos españoles y equipos de fútbol nacionales, los que más llaman la atención del público aficionado.
“Ya no se fabrica tanto pin como antes, porque ahora la chapa lo ha sustituido bastante"
Su gusto por estas pequeñas piezas comenzó tras las Olimpiadas de Barcelona en 1992, concretamente, cuando vio a la popular mascota olímpica, Cobi. Compartía con este diario que coleccionistas ha sido “desde siempre”. “Nos escribíamos cartas con los sellos que coleccionábamos”, echa la vista atrás. Y ya son 40 los años que lleva detrás de esta afición. “Ya no se fabrica tanto pin como antes, porque ahora la chapa lo ha sustituido bastante, pero, para los que somos coleccionistas del pin, valoramos mucho más esta pieza”, zanja.
Afición cultural
Eventos como el de ayer van más allá de apreciar las pequeñas insignias. Son encuentros donde la cultura, la tradición y, por qué, no, los lazos de amistad, casan a la perfección. Mar Palomar, proveniente de Guardamar del Segura (Alicante), aseguraba que gracias a los pines, ha podido conocer Vitoria y el territorio alavés.
"He aprendido, a través de los pines, cosas de Álava que no sabía"
“Me entretenía coleccionando pines y cromos, pero sobre todo porque aprendes muchísima cultura. He aprendido, a través de los pines, cosas de Álava que no sabía. Y, desde el primer momento, me he sentido muy arropada”, agradece la coleccionista miembro de la asociación Orratz desde hace veinte años.
A su lado, Antonio López y Nieves Urbaneja se han encargado de traer a la sala la cultura y tradición de Mungia (Bizkaia) con el sello de Bitxikiak; organización de la que forman parte junto con más de un centenar de socios. “Somos una asociación de coleccionistas generalista, no nos dedicamos a un tipo de coleccionismo concreto, sino de cualquier tipo”, explican. Sellos, postales, dedales, placas de cava, de cerveza, calendario, marcapáginas, variedad de pines, postales antiguas del municipio reposan sobre el stand de estos veteranos.
Particularmente a Antonio, el coleccionismo le ha traído “cultura y amigos”. “La gente no se acaba de percatar, pero preservar la cultura, viene muchas veces del propio objeto que guardas en una colección privada”, ha destacado. Asimismo, cabe matizar que ayer, por primera vez, expusieron un marcapáginas basado en mujeres emblemáticas.
Para el secretario de Orratz, Fernando Díaz, valora el coleccionismo como una “afición bonita” y “cultural porque descubres detalles y matices que no conocías”.
Su colección es particular: más de 100.000 azucarillos. “Por comunidades autónomas, provincias y países europeos”, detalla. “Son ese tipo de colecciones que te hacen los amigos, con sus viajes”, explica. A su lista de recopilaciones, se suman las 27.000 chapas de cava diferentes. Un total de quince años coleccionando. Un tipo de ocio que Díaz asegura que “merece la pena”.