Con motivo de la tormenta de granizo acontecida el pasado 6 de julio en Vitoria-Gasteiz, el Centro de Estudios Ambientales (CEA) ha realizado un balance de afectación de la vida silvestre, concretamente del humedal de Salburua. Para conocer el efecto pernicioso de este episodio meteorológico sobre las aves de pequeño tamaño, el CEA, en colaboración con la ciudadanía científica, llevó a cabo dos sesiones de anillamiento en el humedal de Salburua: una antes de la tormenta y otra después.

Los resultados obtenidos tras la tormenta avalan un descenso significativo en el índice de productividad, con una pérdida general de un 76% de los jóvenes volantones nacidos en el humedal de Salburua. A nivel específico, esta caída oscila desde un 24% en el caso del carricero común hasta el 92% en el número de pollos que han podido desaparecer de mosquitero ibérico, un pequeño pájaro cuyos jóvenes apenas pesan 7 gramos tras salir del nido.

En ambos casos, se trata de especies que invernan en África subsahariana y que presentan una tendencia negativa a escala de toda Europa, que varía entre el -5% y -15% anual, por lo que este tipo de eventos climáticos no hace más que agudizar el mal estado de conservación de estas aves que invernan en el Sahel. Respecto a las otras 8 especies registradas durante las jornadas de anillamiento, no se tienen datos concretos que den respuesta a la repercusión que sobre ellas ha tenido este suceso meteorológico.

Un granizo de este tamaño, tan temido por quienes se dedican a la agricultura, es también un gran enemigo de la fauna. El momento de esta granizada no pudo ser más inoportuno para la mayoría de las aves, puesto que en estas fechas se encuentran en una de las fases más delicadas de su vida: el periodo reproductivo. Y aunque el problema de las granizadas fuertes afecte de manera generalizada a todas las aves, son esencialmente los jóvenes volantones quienes se llevan la peor parte. Los pollos recién salidos del nido no tienen la experiencia necesaria para resguardarse de estos eventos meteorológicos extremos y si se mojan pueden morir de hipotermia.

Además, la dificultad de encontrar alimento tras la tormenta hace que estén menos nutridos y, por lo tanto, sean presa fácil de los depredadores naturales.

Incluso, las granizadas tienen otra incidencia mucho más directa y negativa sobre los paseriformes al destruir los nidales por inundación, abandono del adulto con el consiguiente enfriamiento de la nidada e incluso romper los huevos. Asimismo, el exceso de humedad en el suelo afecta, sin duda alguna, al delicado microclima que la incubación demanda para sacar con éxito a la prole.