Impotencia, indignación, ansiedad, incredulidad... Es lo que siente Carlos Negro, aita de Aimar, al mostrar el jardín de Zabalgana en el que, según ha denunciado, dos agentes de la Policía Local de Vitoria agredieron a su hijo de 16 años.

Según el relato de los hechos denunciados por la familia en los juzgados, el joven cruzó un paso de cebra sin bajarse del patinete, dos agentes en moto le dieron el alto, aunque el menor hizo caso omiso y se escapó; cuando los policías le alcanzaron le pegaron “una patada en la espalda, con los puños y los codos en la cara y rodillazos en los muslos y en los genitales”. 

Fue el lunes y todavía no puede quitarse de encima la imagen de la cara ensangrentada de su hijo; ahora, espera que se haga justicia y “den un buen escarmiento a esos dos policías” por lo que considera “un delito gravísimo”, subraya abrumado. 

Este viernes, Aimar, con la nariz rota y los ojos morados, tuvo examen en el instituto del barrio cercano a la plaza Labastida donde los dos municipales en moto le dieron el alto el pasado día 6 por saltarse un paso de cebra circulando en patinete. En lugar de detenerse, el joven se escabulló y huyó, posiblemente para evitar la multa, interpreta su padre. Una reacción “equivocada, que no justifica la reacción policial, en ningún caso es para darle una paliza así”, piensa. 

“Un escarmiento sí que se merece Aimar, pero no una paliza, y menos aún que ni tan siquiera le asistieran por las heridas y golpes ni me llamaran, que soy el tutor y Aimar es menor de edad”, se rebela. “Esa actuación ha sido horrible, eso se lo hago yo a mi hijo y hoy estoy en la cárcel de Nanclares”, compara.

Pruebas de lo ocurrido

Carlos tiene pruebas de lo ocurrido. El miércoles puso una denuncia en el Juzgado de Guardia, presentó el parte de lesiones por agresión y al menos dos testigos de los hechos ya han declarado en la comisaría de Agirrelanda, uno ratificando la denuncia interpuesta por agresión policial. Además, dispone de fotos y de un vídeo del suceso, que ya se ha hecho viral, y el lunes tendrá nuevas pruebas audiovisuales, puesto que a la hora del suceso, las 16.30 horas, la terraza de un bar cercano estaba llena de gente, al igual que los balcones de las viviendas próximas, ya que el ruido de sirenas alertó a los vecinos.

Carlos Negro Pilar Barco

Habrá juicio. ¿Qué espera de la Justicia? "Pues eso, justicia; creo que esta gente necesita un poquito más de pedagogía o de formación porque cuando hay un maltrato..., tendrán que hacer cursos o lo que sea, pero gente así no puede estar funcionando por la calle, se creen que están por encima de la ley”, declara. 

De hecho, cuenta Carlos que “Aimar preguntó a los agentes por qué le hacían eso, por qué le estaban pegando y uno de los de ellos le respondió: no te estamos haciendo nada, no te hemos hecho nada, te has caído, chaval”. Con todo, “tenemos que confiar en la Justicia, no sé hasta qué grado, pero hay que confiar, no tenemos otra herramienta”, indica resignado. 

“Se creen que están por encima de la ley”

Sobre los dos policías a los que ha denunciado por agredir a su hijo, tras una semanas dándole vueltas sólo ha llegado a la conclusión de que “estos tipos se creen por encima de la ley, no ya que sean la autoridad sino que están por encima de ella; la terraza del bar estaba llena de gente que hasta les insultó e increpó cuando vieron su actuación; todo el mundo sabía que era un menor y los policías no...”, duda.

Carlos no tiene ni idea cómo acabarán pagando los agentes por su actuación, si les abrirán expediente o no, lo que tiene claro es que tienen que pagar. “Cuando yo me equivoco y hago algo mal, asumo las consecuencias, espero que ellos también; qué derecho tiene esa gente a romperle la nariz a mi hijo, qué derecho”, se pregunta. “Espero que tengan un buen castigo y que no lo vuelvan a hacer, no se puede actuar así; son un par de tipos que no están en su sano juicio, y estamos en un estado de derecho que en algo nos tendrá que amparar”, apela. 

Aun así, no las tiene todas consigo y teme que les retiren un tiempo del cuerpo y, finalmente, todo quede en nada. “Ya se verá en el juicio; hay testigos y una declaración fulminante de una persona que cuenta todo lo que vio, cómo abordaron a Aimar, cómo le tiraron al suelo y cómo le pegaron”, detalla.

La imagen de su hijo ensangrentado

Por ahora, nadie le ha llamado desde el Ayuntamiento o la Policía Local, ningún responsable ni político ni policial, salvo una concejala de EH Bildu a la que Carlos agradece el interés. Sí que el Ayuntamiento ha abierto una investigación de los hechos. “Qué menos, espero que al menos sean honestos y honrados con lo sucedido”. Igualmente espera no sólo que el caso acabe en manos de la Fiscalía de Menores sino que “sea la propia Fiscalía de Menores la que actúe de oficio”, desea el aita de Aimar. 

Además de denunciar los hechos, está haciendo todo lo posible para que la noticia tenga eco y repercusión a nivel nacional para ver si así se adoptan medidas. “Es la primera vez que nos ocurre algo así, no sé que más podemos hacer...”, explica desde la impotencia que siente.

Carlos Negro, durante una entrevista en televisión Pilar Barco

Todavía apesadumbrado, Carlos no duda en narrar todo lo que Aimar le ha detallado y lo que él mismo vio en el mismo jardín de los hechos al que acude con su perrita Txuri. No puede quitarse de la cabeza la imagen de su hijo ensangrentado. “Cuando llegué y lo vi se me cayó el alma al suelo, como a un auténtico delincuente lo tenían... ¿dónde tienes las drogas?, le preguntaron; si Aimar ni tan siquiera fuma”, dice.

“Los sanitarios no daban crédito”

Los policías le informaron de que iban a denunciar a Aimar por conducción temeraria. “Vale, me parece bien, les dije, estoy de acuerdo; pero si es así, lo detienes, lo llevas a comisaría y llamas a su tutor para que se haga responsable de lo que ha hecho su hijo, pero de ahí a que esto parezca el lejano oeste donde primero disparo y luego pregunto, pues no, es excesivo, y no trato de justificar a Aimar”, insiste.

Relata el padre de Aimar que hasta que llegó la ambulancia, nadie asistió a su hijo, ni un pañuelo de papel le dieron y estaba sangrando. “¿Ya han cogido a los que te han hecho esto?, preguntaron los sanitarios, a lo que el joven respondió ¿a quiénes, a los policías? Es que han sido ellos, han sido los policías. Los sanitarios no daban crédito, se quedaron alucinados porque pensaban que el agresor era otra persona ajena y que la Policía estaba allí para socorrer a Aimar”, continúa relatando. A continuación, él mismo llevó al joven a Urgencias de Txagorritxu, donde el doctor que le atendió “se llevó la misma sorpresa cuando le preguntó quién le había agredido”, añade. 

“Ni un ápice de arrepentimiento”

Sobre posibles secuelas que le puedan quedar, el joven confesó a su aita que “la paliza fue un momento terrible pero, sin embargo, la imagen que el chaval tiene grabada es la cara de odio con la que el policía fue hacia él”, repite el padre. “Que arrolló el patinete con la moto, le dio una patada en la espalda desde el vehículo y no le tiró al suelo y se mató de milagro”, manifiesta. “Iba a buscar a la novia, ni tan siquiera se llevó el móvil, por eso decía llorando a los municipales: llamad a mi aita, llamad a mi aita, por favor, y los policías, nada”, lamenta.

"Tampoco a mí me pidieron perdón en ningún momento; al revés, se pusieron soberbios y chulos; no sé qué les diría yo, que eran gilipollas o que era para darles una paliza a ellos... y me contestaron que si les estaba amenazando; ni un ápice de arrepentimiento mostraron”.