Se trata de una problemática “sostenida” en el tiempo, algo parecido a un “ruido sordo” pero que las personas con movilidad reducida no quieren escuchar más.
Así define Igor Nabarro, del colectivo Eginaren Eginez, a la insolidaria costumbre de algunos conductores de estacionar sus vehículos en las plazas reservadas para este colectivo pese a no tener derecho a ello.
Si bien es cierto que estas malas prácticas eran “más habituales” hace unos años en Gasteiz, no por ello han dejado de producirse de forma más o menos habitual en cualquier zona de la capital alavesa.
El centro constituye el principal punto negro en este ámbito, según apunta Nabarro sin titubear, tanto por la escasez de plazas reservadas como por la ocupación irregular que suele producirse de estas. Por particulares, pero también por empresas de reparto o transportes colectivos.
La gente "se calienta"
“La gente da cuatro vueltas a la manzana, se calienta y acaba aparcando en un espacio reservado. Es donde hay menos plazas y donde la gente busca más”, contextualiza Nabarro.
¿Y en los barrios? Estacionar en los barrios “consolidados” de la ciudad también “da problemas” según el miembro de Eginez, a diferencia de lo que ocurre en distritos alejados del Ensanche, como los de Salburua, Zabalgana, Borinbizkarra o Lakua.
“El Ayuntamiento se dio cuenta de que este problema estaba muy extendido"
En este contexto, la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Álava ha lanzado recientemente una nueva campaña para recordar que solo las personas con movilidad reducida, vayan o no conduciendo el vehículo, tienen derecho a detenerse en estas plazas reservadas.
La iniciativa responde al nombre de #buscateotrositio y en los últimos dos meses ha llenado de octavillas de color de naranja un buen número de coches parados donde no debían en distintas calles de la ciudad.
Respaldada también por el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación Foral de Álava, la campaña ha tenido y sigue teniendo “bastante seguimiento y éxito” en las principales redes sociales, según Nabarro.
“Iniciativas de este tipo han sido habituales cada equis tiempo. Quizá no sea el problema más grave que tenemos, pero sí es muy continuado”, insiste el miembro de Eginez.
En ocasiones anteriores, el colectivo ha llegado a incluso recurrir a técnicas bastante más duras como el uso de pegatinas en los vehículos. “Era un poco clandestino”, reconoce sonriente Nabarro.
Tarjetas fotocopiadas
Para Eginez sigue siendo necesario mantener los ojos abiertos en este ámbito y seguir concienciando a la población local sobre el uso correcto de estas plazas, aunque sin duda los tiempos hayan cambiado.
Hace unos años era “vox populi”, según recuerda Nabarro, que había conductores que fotocopiaban las tarjetas de estacionamiento de familiares y amigos con movilidad reducida para aparcar de forma indebida. “Incluso se podían descargar de Internet para plastificar, con el sello de cada ayuntamiento”, rememora el miembro de Eginez.
La implantación de hologramas en esta tarjetas para facilitar su correcta identificación acabó en buena medida con la picaresca.
Por otra parte, Nabarro cree que la labor de “concienciación” en torno a estas prácticas irregulares también ha ayudado a que las instituciones y la Policía Local “se hayan puesto las pilas” con el paso del tiempo.
"Cuando ven una plaza reservada sin usar, se crean libres de utilizarla”
“El Ayuntamiento se dio cuenta de que este problema estaba muy extendido. Por ejemplo, antes era más difícil llamar a la policía y conseguir que la grúa retirara un coche mal aparcado ”, contextualiza.
El integrante de Eginez recuerda en este punto que la utilización del vehículo privado no es un capricho, sino una necesidad, para “muchas” personas con movilidad reducida que residen en Gasteiz.
“No es que prefieran el coche, sino que lo precisan. Para ir a trabajar, a servicios médicos... son personas que no pueden solucionar su necesidad de movilidad con el transporte público”, recuerda Nabarro.
El portavoz del colectivo, sin embargo, asume que “todo lo que tiene que ver con plazas de aparcamiento genera mucha polémica y la escasez de plazas crea problemas”. “Yen esta ciudad, especialmente”, apostilla Nabarro.
Un hecho que hace que, lamentablemente, todavía haya vecinos que “cuando ven una plaza reservada sin usar, se crean libres de utilizarla”.