La normativa en vigor dicta que por cada 80 plazas de aparcamiento debe haber al menos una reservada para las personas con movilidad reducida. 

Una fórmula que “no se cumple” en Gasteiz, según denuncia abiertamente Igor Nabarro, quien al mismo tiempo asume que “hay muy pocas ciudades” que se ajusten a esta exigencia legal. 

“Pero tampoco vale lo del mal de muchos, consuelo de tontos”, según apostilla el portavoz de la Asociación de Personas con Discapacidad Física de Álava, Eginaren Eginez. 

Nabarro apunta que ampliar este ratio es “muy fácil” en los nuevos barrios de la capital alavesa, dotados de grandes avenidas y con mucho espacio para aparcar en sus calles y plazas, a diferencia de lo que sucede en el centro.

Sin embargo, los problemas no son exclusivos del corazón de la ciudad. Nabarro señala en concreto al distrito Salburua y a la extensión del tranvía al barrio, que ha derivado en la eliminación de varias plazas de parking reservadas para personas con movilidad reducida. Una en Paseo de la Ilíada y “alguna más” en Bulevar de Salburua, “por lo menos”. 

“Aunque quiero pensar que irán recolocándolas en otros puntos”, confía Nabarro.

De forma general, el integrante de Eginez reivindica que “cualquier lugar de interés público”, ya sea un centro sanitario o cívico, una institución o incluso un lugar de ocio, debería contar con un número de plazas reservadas suficiente para “quedar cercano” de las personas con movilidad reducida que quieran acercarse a él.

Sin embargo, “más allá de esto”, Nabarro cree que debería llevarse a cabo “una revisión del modelo de plazas” de parking para mejorar la accesibilidad de las personas usuarias. Por ejemplo, acercándolas más a los pasos de cebra o instalando rampas para facilitar el tránsito.

“Está habiendo cambios, pero debería darse una vuelta para que el acceso a las aceras sea más seguro”, lanza el miembro de Eginez.

"Somos de pistola rápida a la hora de juzgar"

Igor Nabarro - Eginaren Eginez

También autocrítica En otro orden de cosas, Igor Nabarro tampoco obvia la autocrítica y recuerda que disponer de una tarjeta de autorización de estacionamiento en plazas reservadas tiene que ser compatible con su buen uso. 

“Que en la familia haya una tarjeta no da carta blanca para usarla en todo momento. Se trata de buscar siempre el bien común, y eso pasa por utilizarla de forma correcta”, remarca.

Por otra parte, el portavoz de Eginez recuerda que no todas las personas con movilidad reducida se desplazan en silla de ruedas o utilizan muletas o bastón para andar, porque existen “muchas dificultades no visibles” que pueden generar una discapacidad y el derecho a utilizar estas plazas.

“Esto ha sido motivo de controversia dentro del colectivo. Somos de pistola rápida a la hora de juzgar y a veces hay suspicacias”, reconoce Nabarro. La picaresca de algunos, en definitiva, hace que en ocasiones paguen justos por pecadores.