Celedón regresa para refrescar Vitoria metafórica y literalmente hablando; vuelve para inocular aire de fiesta a los gasteiztarras, pero también para devolver a Gasteiz los veintitantos grados que tanto echa de menos este verano de olas de calor. 

Con todo, cualquier fuente es buena tras asistir a la bajada para quitarse la camiseta y el olor a kalimotxo, ya sea en la catedral o en la plaza Lovaina, donde la cuadrilla de Iker se da un remojón tras vivir a tope su primera bajada de Celedón.

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Vitoria estalla en fiestas 1.091 días después JORGE MUÑOZ/ PILAR BARCO/ALEX LARRETXI

A tres minutos para las seis de la tarde, las campanas de la iglesia anuncian el pum del txupinazo que desata Vitoria. Explosión de alegría en una abarrotada plaza que tras dos años de luto festivo no cesa de botar y botar mientras el muñeco se descuelga por el cable en un descenso pausado y ante la ovación de miles de asistentes; pocos huecos libres, ni en la plaza ni en las calles aledañas. Cánticos, bailes, pañuelos rojos y a cuadros al viento y brazos arriba hasta que el muñeco llega al balcón, la cortina se abre y reaparece Celedón personificado en Gorka Ortiz de Urbina que, paraguas en mano, saluda al respetable antes de adentrase entre la multitud protegido por su guardia personal.

Gorka cruza la plaza entre aplausos y cánticos hasta alcanzar las escaleras de la balconada sudando la gota gorda, al igual que los integrantes de su escolta, que también sudan la camiseta azul celeste; el paseíllo ha sido un éxito y, emocionados, se abrazan.

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Recibiendo a Celedón en primera línea Jorge Muñoz/ Pilar Barco

Ajenos a lo que ocurre en la balconada, vitorianos y vitorianas continúan cantando y bailando en la plaza, empapándose de kalimotxo por dentro y por fuera; kalimotxo, mucho kalimotxo, hasta de garrafón y en garrafas y botellas con tapones requisados. Antes de asomar a la balconada, Gorka Ortiz de Urbina ya barruntaba que este iba a ser un año especial y, aunque no lo tenía muy claro, confesaba que alguna mención especial a los dos años sin disfrutar de La Blanca ya se le ocurriría. 

Finalmente, tras colocar el pañuelo rojo al alcalde y a la teniente de alcalde, Maider Etxebarria, y conversar unos minutos con Gorka Urtaran, Celedón saluda a las cinco txupineras y al público que, ansioso, le implora desde la plaza. Intenta abrir el paraguas que se le resiste y, por fin, lo alza en alto. En su llamamiento a disfrutar de las fiestas, recuerda a los que este año no pueden estar en Vitoria y apela a unas fiestas seguras para las neskas y para todos; también a que el Glorioso regrese a Primera División. Goras a Vitoria, a Gasteiz, a los gasteiztarras, a las fiestas de La Blanca y al inigualable Celedón que ha hecho una casa nueva con ventana y balcón. 

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Vitoria ya está en fiestas PILAR BARCO/JORGE MUÑOZ

A sus espaldas, Gorka Ortiz de Urbina lleva veinte bajadas y desde el principio se comprometió a no superar las 21 para no pasar a su predecesor Iñaki Landa, Celedón todavía a día de hoy para varias generaciones que botaron en la plaza con sus cánticos en otras fiestas siempre iguales, siempre diferentes.

En 1957, Celedón cruzó por primera vez bajo el cielo de Vitoria. Fue a iniciativa de un grupo de amigos como surgió la bajada de Celedón. No salió bien porque el cable se rompió y el muñeco Pepito se la dio contra el tejado de la Casa Consistorial. Para parchear el fracaso, Isasi –ahora inmortalizado en la escultura de la balconada que representa a todos los celedones– decidió personificar a Pepito saliendo al tejado y saludando al gentío congregado en la Plaza Nueva, no en la Virgen Blanca. Fue el primer Celedón.

Por aquel entonces, el muñeco usaba blusa negra; el txupinazo lo lanzaba el alcalde de Vitoria y el humo de los puros tenía más peso que las burbujas de cava o el kalimotxo; la plaza olía a humo y los vitorianos esperaban a Celedón cual día de fiesta, con traje y corbata, recuerdan las instantáneas de entonces. 

El paraguas que esta vez se atascó es de lo poco que no ha cambiado mucho; mantiene su característico tono oscuro y raya blanca, salvo en 2012, que lució verde, también con raya blanca, después de que Gasteiz se alzara Green Capital, y en 2018, que se tiñó de morado para denunciar la violencia machista.

Las sensaciones de Gorka Ortiz de Urbina horas antes del txupinazo

Las sensaciones de Gorka Ortiz de Urbina horas antes del txupinazo Aitor Álvarez

“Dije que no iba a estar más de 21 años y el año que viene será el último;no habrá vuelta atrás porque fue un compromiso conmigo mismo que voy a cumplir”, mantiene Gorka Ortiz de Urbina que ayer se sacudió los dos años sin bajada de Celedón en un reencuentro que ya se barruntaba especial, y así fue. “Os echaba de menos”, dijo.

Una hora antes del txupinazo, en la Virgen Blanca ya estaban casi todos posicionados, salvo por la entrada de Mateo de Moraza, donde el acceso desde el control de seguridad ha sido más pausado y se ha abierto más tarde. Polvo de colores, cánticos, pancartas reivindicativas, botellas volando, agua por encima de las cabezas, miradores repletos de gente y selfis, muchos selfis; suerte que la plaza pronto entra en medio sombra para refrescar el caldeado ambiente que se huele alrededor del monumento a la Batalla de Vitoria.

En la balconada, policías, músicos e invitados acreditados esperan la llegada de Celedón sobre los puntos blancos que pronto ocuparán los faroles de la procesión. Y puum, txupinazo y Vitoria en fiestas.