En la lucha contra el cambio climático la diversificación es clave, y en ese sentido, además de la generación de energía a través de fuentes renovables como la eólica o la solar, en Álava hay varios proyectos en marcha en el sector concreto del biocombustible. Este jueves, sin ir más lejos, se ha presentado en la Cámara de Comercio de Álava la nueva Biorrefinería de Zambrana, “un hito innovador para la industria vitivinícola vasca”, según sus promotores, capaz de producir 2.000 toneladas de bioetanol al año utilizando el raspón de las uvas de Rioja Alavesa, tal como adelantó DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA, mediante el proyecto Alcuva, desarrollado en colaboración con el centro tecnológico AZTI.

Hasta ahora, el raspón de la uva (la parte leñosa de los racimos que une la uva con el racimo principal), no se había logrado revalorizar salvo para enriquecer los suelos de los viñedos, y de hecho era el único subproducto de la industria vitivinícola generado en bodega que no se aprovechaba.

El proceso que se va a llevar a cabo en Zambrana parte de un proceso de recuperación de azúcares del raspón para la obtención de bioetanol. En segundo lugar, se desarrolla un proceso de estabilización del raspón lavado para la producción de un ingrediente para piensos animales. La tercera fase se centra en la optimización de la recogida del raspón mediante una solución inteligente con sensores LiDAR.

Mejora de la logística

Esta solución, integrada con una plataforma IoT, monitoriza la recogida de los raspones en bodega, mejorando la logística del servicio y evitando la degradación del raspón y preservando así su potencial como materia prima.

El proyecto concluyó el pasado mes de diciembre, tras haber comenzado en septiembre de 2022 en el marco del programa de Ayudas a Proyectos de Innovación en Bioeconomía establecido por la Orden de 31 de agosto de 2022 del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco, y contó con una subvención de 105.957,5 euros. Cuando la planta esté en marcha se podrá llevar a cabo este proceso ya a gran escala.

Biodiésel en Berantevilla

La puesta en marcha de la Biorrefinería de Zambrana suma músculo a la producción de biocombustibles en el territorio, que cuenta además desde 2008 con la planta de biodiésel de la multinacional Gunvor en Berantevilla. Esta planta habilitada para producir 4.000 toneladas al año se basa en la transesterificación, esterificación y destilación; y es capaz de procesar un amplio espectro de materias primas, como aceite de cocina usado, ácidos grasos, sebo y otros residuos. La planta se ajusta a la Directiva sobre energías renovables (REDII) y puede producir biocombustible que cumpla la norma EN14214.

Neiker

En 2018, el instituto de investigación y desarrollo agrario NEIKER-Tecnalia desarrolló un proceso para el cultivo de la microalga Chlorella que permite obtener más del 50% de su peso en forma de aceite si se cultiva en determinadas condiciones. El aceite generado a partir de las microalgas destaca por su elevado contenido en ácido oleico y palmítico y porque se puede transformar en biodiésel que cumple los estándares marcados por la ley que regula la venta de biocombustibles.

Residuos orgánicos

La clave para lograr este aceite radica en el medio de cultivo que se emplea para el crecimiento del alga: está compuesto en más del 80% por nutrientes obtenidos a partir de residuos orgánicos como linaza, restos de ciruelas y de conservas de maíz o peladuras de patata. Otro de los residuos utilizados es la propia biomasa del alga una vez desgrasada, que está compuesta mayoritariamente por proteína e hidratos de carbono. Lo más destacable es que el uso de estos residuos como nutrientes en el medio de cultivo ha implicado un incremento del 30% en la productividad del proceso.

La nueva estrategia de bioeconomía adoptada por la Unión Europea pone de manifiesto la necesidad de promover la investigación en torno a nuevos recursos biológicos que faciliten la diversificación de las cadenas de valor existentes. Las microalgas son un ejemplo de este tipo de recursos. El cultivo de estos vegetales microscópicos permite obtener un amplio rango de productos de valor económico, al tiempo que se alinea de manera adecuada con los aspectos necesarios de sostenibilidad medioambiental.

Elevada productividad

Una de las características más reconocidas de los cultivos de microalgas es su elevada productividad, superior a la de cualquier otro cultivo vegetal. Además, por su riqueza en proteínas, lípidos y carbohidratos las microalgas se consideran actualmente como una materia prima de alto valor para su explotación en diferentes sectores económicos.

Su composición química convierte a las microalgas en una materia prima (biomasa) con alto potencial para el desarrollo de biorrefinerías (producción integrada de insumos alimenticios, productos químicos y combustibles). Más allá de su potencial comercial, el cultivo de microalgas se puede considerar como una vía interesante para el desarrollo de nuevas estrategias de valorización de residuos muy beneficiosas para la economía circular.

NEIKER-Tecnalia, entidad pública del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco, es el coordinador de CYCLALG, un proyecto de I+D+i cuyo objetivo es desarrollar y validar procesos tecnológicos que permitan mejorar la rentabilidad económica y la sostenibilidad medioambiental del proceso de obtención de biodiésel mediante el cultivo de microalgas.