En la actualidad, la industria del vidrio está experimentando un renacimiento gracias a la creciente conciencia sobre la sostenibilidad, salud y el reciclaje, especialmente en entornos urbanos en crecimiento. Vidrala, un actor prominente en este sector, ha estado a la vanguardia, adaptando su estructura industrial competitiva y una estrategia de negocio robusta que lo posiciona entre los líderes del sector. El objetivo: redoblar su compromiso hacia la transición energética manteniendo su competitividad y reforzando su línea de negocio.
Vidrala tiene una fuerte presencia en Europa. Cuenta con la única fábrica de envases de vidrio en Irlanda y con la planta más grande de la isla en Inglaterra. Pero, además, ha aumentado su capacidad con la puesta en marcha de un nuevo horno en Portugal –el más grande de la península ibérica— que le permite incrementar en un 50% su capacidad de producción al tiempo que reduce de manera significativa el consumo energético, gracias a un mayor nivel de electrificación.
El proceso de electrificación también se ha trasladado a su cadena de suministro y logística, invirtiendo en una flota de transporte propia, Vidrala Logistics, con más de 57 camiones, y verticalizando su negocio, al participar en el reciclado de vidrio en Portugal y España.
La economía circular del vidrio
El vidrio, al ser 100% reciclable, presenta una alternativa ecológica muy atractiva para la industria del envasado. Y presenta una ventaja adicional: su capacidad de ser reciclado infinitamente sin perder calidad. Un dato: en 2022, el vidrio reciclado representó el 49% de las materias primas utilizadas en Vidrala. El beneficio inmediato es la reducción del consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero hay un elemento a tener en cuenta en el auge del vidrio. Tras la pandemia, los consumidores sitúan al vidrio como el envase mejor valorado. La sociedad se decanta cada vez más por productos de calidad en envases saludables, que garanticen las mejores condiciones sanitarias de preservación, en un material medioambientalmente sostenible. Los consumidores están mucho más concienciados y exigen soluciones de envasado más sostenibles en prácticamente todos los sectores industriales.
Según FEVE, en Europa la tasa de reciclaje del vidrio es del 79% y se ha marcado el objetivo de llegar al 90% para 2030.
Esa tendencia ha hecho redoblar el esfuerzo de empresas como Vidrala para fomentar la economía circular. Y los números hablan: el año pasado en España se recogieron en el contenedor verde 939.094 toneladas de vidrio. Un récord histórico que consiguió evitar la emisión de 587.432 toneladas de CO2. Es decir, la cantidad equivalente a la que se emitiría al dar 149 vueltas al mundo en avión por el ecuador de la Tierra.
Vidrala, consciente de su responsabilidad sectorial, trabaja para maximizar su impacto positivo en la sociedad. Para ello, ha puesto en marcha la estrategia “Glass made Good” que se basa en cuatro pilares (personas, poblaciones, planeta y prosperidad) para enfocarse en la manufactura sostenible y la protección de los derechos humanos en su cadena de suministro.
La sostenibilidad como pilar
La transición ecológica ya no es una opción, es un deber. Y la transición energética es una oportunidad para mejorar sus procesos y aportar a la sociedad. Aunque la fabricación de vidrio es intensiva en energía, especialmente gas, la empresa está explorando la electrificación y la hibridización de sus operaciones para ir cambiando progresivamente.
En este sentido, la autogeneración eléctrica renovable, la recuperación de calor y la digitalización son ejes clave en su estrategia para mejorar la eficiencia energética. Otra estrategia es la sustitución de hornos por otros con un consumo energético más eficiente, como se ha hecho recientemente en el de Gallo Vidrio en Portugal.
El compromiso de Vidrala con la sostenibilidad se refleja también en su adhesión a los Science-Based Targets (SBT). Una iniciativa que busca ayudar a las empresas a reducir sus emisiones de acuerdo con los objetivos marcados en el Acuerdo de París. A través de esta iniciativa, Vidrala se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 49,2% (clase 1 y 2) y 28% (clase 3) para 2030. A fecha de hoy, es el único fabricante de vidrio con una validación de objetivos tan ambiciosa.
Además, ha establecido alianzas con Norvento Enerxía para la instalación progresiva de plantas fotovoltaicas de autoconsumo en sus fábricas, un paso crucial hacia la descarbonización.
I+D+i para un futuro más sostenible
Vidrala está haciendo un gran esfuerzo de inversión en innovación y tecnología para que sus fábricas y procesos de producción y reciclaje sean lo más competitivos posible.
Uno de los proyectos que se están desarrollando es la investigación del potencial del hidrógeno verde como vector energético limpio. A pesar de los desafíos actuales, como el alto consumo de agua y la inversión necesaria, el uso del hidrógeno verde tiene un futuro prometedor y ya está trabajando en su incorporación tan pronto como sea sostenible económicamente.
En este sentido, a principios de 2023, Vidrala se ha unido al consorcio Nazaré Green Hydrogen Valley (NGHV), de hidrógeno verde en Portugal. Se trata de un proyecto que trabaja hacia la descarbonización y apuesta por una tecnología madura y escalable. Las posibles zonas de implantación de esta nueva tecnología serian: Elton (Reino Unido), Llodio (España) y Marinha Grande (Portugal).
A esto se añade también la posible incorporación de biocombustibles y ha hecho avances significativos mediante proyectos disruptivos, como la creación de la “botella más sostenible del mundo” y la asociación con Diageo para desarrollar botellas de vidrio Net Zero.
Vidrala está comprometida a avanzar en la transición ecológica, ofreciendo valor a sus accionistas, mejor servicio a sus clientes, y promoviendo un modelo de negocio sostenible. A través de una inversión significativa en tecnología e innovación, Vidrala aspira a mantener sus procesos de producción y reciclaje lo más competitivos posible, lo que subraya su visión de largo plazo hacia la construcción de un mundo más sostenible y la preservación del medio ambiente. Porque la transición energética no es una opción; es un deber que asume como propio.