Los esfuerzos de conservación actuales son insuficientes para proteger los ecosistemas antárticos, y es probable que se produzca un descenso de la población del 65% de las plantas y la fauna del continente para el año 2100, según un estudio de la Universidad de Queensland (Australia), y sus colegas, publicado en la revista de acceso abierto 'PLOS Biology'.
La aplicación de diez estrategias clave de gestión de amenazas -con un coste anual de 23 millones de dólares (unos 22 millones de euros)- beneficiaría hasta al 84% de los grupos de aves, mamíferos y plantas terrestres, señalan.
Para comprender mejor qué especies son las más vulnerables e identificar las acciones más rentables, los investigadores, dirigidos por la investigadora Jasmine Rachael Lee, combinaron las valoraciones de expertos con datos científicos para evaluar las amenazas y las estrategias de conservación para la Antártida.
Pidieron a 29 expertos que definieran posibles estrategias de gestión, estimaran su coste y viabilidad y evaluaran el beneficio potencial para las distintas especies de aquí a 2100.
El cambio climático: la peor amenaza
El cambio climático se identificó como la amenaza más grave para la biodiversidad antártica e influir en la política mundial para limitar el calentamiento fue la estrategia de conservación más beneficiosa. Con las estrategias de gestión actuales y más de 2 grados centígrados de calentamiento, el 65% de las plantas y animales terrestres disminuirán de aquí a 2100.
Los pingüinos emperador ('Aptenodytes forsteri') fueron identificados como los más vulnerables, seguidos de otras aves marinas y los gusanos nematodos del suelo. Sin embargo, las estrategias regionales de gestión podrían beneficiar hasta al 74% de las plantas y animales con un coste estimado de 1.920 millones de dólares en los próximos 83 años, lo que equivale al 0,004% del PIB mundial en 2019.
Las estrategias de gestión regional que ofrecieron un mayor rendimiento de la inversión fueron la minimización del impacto de las actividades humanas, la mejora de la planificación y gestión de nuevos proyectos de infraestructuras y la mejora de la gestión del transporte.
A medida que la Antártida se enfrenta a la creciente presión del cambio climático y las actividades humanas, se necesita una combinación de esfuerzos de conservación regionales y globales para preservar la biodiversidad antártica y los servicios de los ecosistemas para las generaciones futuras, dicen los autores.
"Lo que demuestra este trabajo es que el cambio climático es la mayor amenaza para las especies antárticas y lo que necesitamos son esfuerzos globales de mitigación para salvarlas --añade Lee-. Esto no sólo ayudará a asegurar su futuro, sino también el nuestro".