El Manomanista es un chivato sin corazón y más cuando no hay margen de error, con la moneda en el aire a punto de dictar el cara o cruz. Es la prueba del algodón. Mal asunto para dos pelotaris de la talla de Asier Agirre e Iker Salaberria, dos manistas situados en el limbo de destacar en la segunda categoría, pero disponer, por desgracia, de pocas oportunidades en el Olimpo, al tratarse de un terreno copado por el abanico de posibilidades de las que disponen tanto Baiko Pilota como Aspe.
En ese magma, ambos manistas son honestos consigo mismos. Correosos, muy pelotaris, imbuidos de un carácter tan estajanovista como competitivo hasta el tuétano, miran hacia adelante, no a los lados y nunca hacia atrás. Siempre, aunque la prueba sea mayúscula y no haya red de seguridad. Este sábado se la jugaban en Serie B, forzados a ganar avanzar en la liguilla de cuartos de final, y fue el veterano el que se llevó el gato al agua. Disputará la semifinal contra Joseba Aldabe, la sorpresa de la competición, este viernes en el frontón Gurea de Azkoitia, a partir de las 21.15 horas.
El delantero de Arrotxapea, actual subcampeón de la especialidad, la única que le queda para cerrar la Triple Corona de plata, expuso el poder de su derecha para borrar del mapa a su contrincante, peligroso. Sacó bien y alargó el pelotazo para derrumbar a Salaberria. Blanco y negro. Yin y yang. La tormenta Manomanista.
Salaberria abrió con las ideas claras: llevar la iniciativa. El de Goizueta asombró con un gancho precioso para abrir boca. Respondió Agirre con un buruzgain con la derecha y un saque, sus dos arietes este sábado. Un fallo dio pie a que Iker tomara distancia, previo cambio de material. El de Aspe dio lustre a su diestra con una pelota más viva e hizo daño. El 3-4 fue un tanto de 18 pelotazos en el que Salaberria falló de zurda, pero se recompuso con un gancho en una posición complicada para anotarse el 3-5.
El monólogo de Agirre
Y a partir de entonces llegó el monólogo. Agirre dominó el peloteo y tiró la puerta abajo. Sin cerrajería. Sin arte y ensayo. A empellones. A base de pegada, minimizó el peligro de su contrincante, quien, ante el vendaval, acabó cometiendo errores impropios. Tacada de 16 tantos. De un plumazo se acabó la emoción.
Salaberria maquilló del 19-5 al 19-11. Era tarde. A tumba abierta. Un derechazo de Agirre cambió el escenario. Y no hubo más. Una contradejada y un saque cerraron la función.