Mikel Larunbe (Galdakao, 1993) se va de la pelota profesional sin estar “quemado”. “Esta última etapa ha sido dura, pero lo miro todo en su conjunto. He vivido más momentos buenos que malos. Me quedo con eso. Soy un privilegiado”, dice. Por el camino, casi diez años en los que ha vivido de todo. Cierra una etapa con la vitola de hombre íntegro, querido y respetado.

Prácticamente ha cumplido diez años en el campo profesional. ¿Con qué se queda?

—Con lo positivo. He vivido muchas cosas buenas. Ha sido casi una década trabajando de lo que más me gusta. He trabajado muchísimo, he conocido a mucha gente, he podido jugar en Primera, estelares, torneos, y he gozado al máximo. Me quedo con la gente que me llevo y con la experiencia. Nunca he sido un pelotari con un talento especial, pero a base de trabajar y machacarme he conseguido objetivos. Estoy satisfecho. 

Sus inicios, sobre todo, fueron muy complicados. 

—Era muy joven, 19 años. Tenía las manos un poco blandas y sin hacer. Nada más empezar tuve problemas de manos y a los seis meses me rompí el escafoides. Me costó coger ese punto. Creí en mí, seguí entrenando a tope y metí muchas horas de frontón. A base de trabajo, estuve durante la época de Asegarce en una trayectoria ascendente, llegando a jugar una final del Parejas en 2017. Te preguntas: ¿Quiero de verdad esto? Si lo quieres, es el mayor motor que hay. Fui a por ello con todo y lo logré. Estoy orgulloso de haber superado obstáculo a obstáculo. 

“Tuve un juicio con Baiko Pilota porque, sin firmar nada, me aplicaron una bajada del 20% del sueldo mes a mes”

Llega en 2017 a la final del Parejas de Primera con Bengoetxea. Parecía que Larunbe iba a ser un zaguero para años. Sin embargo, las oportunidades se van diluyendo. 

—Esto viene de atrás. En 2018 volví a jugar en Primera y creo que hice un buen papel. Renové el contrato para cuatro años con mejores condiciones. Firmé, gané algunos torneos en verano y me lesioné. Tenía molestias en la mano y tenía una fibrosis –una dolencia que ha llegado a retirar a pelotaris–. Pasé un mal año: podía jugar pocos partidos, cada semana hacía pruebas con tacos distintos, me volví loco para ir a masajistas, tratamientos, todo eso pagado de mi bolsillo; y la empresa, en vez de apoyarme, hizo todo lo contrario. José Ramón Garai me reunió varias veces para presionarme. Me decía: “¿Cómo puedes dar ese nivel con el contrato que tienes?” Eso sí, sin tener en cuenta que los años anteriores en Primera eran con un contrato bajo. Sentí todo tipo de presiones. Yo estaba dándolo todo y lo último que necesitaba era eso. El primero que quería estar bien en la cancha era yo. Todas las reuniones iban por el mismo camino. 

Continúe. 

—A finales de 2019 ya estaba acostumbrándome a las nuevas protecciones y tomando continuidad. Antes de la pandemia, me dijeron que mi contrato, que estaba entre Asegarce y Bainet, pasaba a ser uno solo, de Baiko y las condiciones, en mi caso, eran peores. Por ley, después de una absorción, la empresa tiene que mantenerlas. La operadora parecía que no quería respetar la ley. Me defendí y dije que no. A Garai no le gustó. Fue otro encontronazo.

Y llega la crisis sanitaria del covid. 

—En el ERTE me impliqué. Hubo una época antes de la huelga, entre junio y octubre, que la empresa propuso una modificación sustancial de las condiciones de trabajo. Es decir, una bajada de un 20%. Eso sí, sin mostrar ningún documento para justificarlo, lo que era algo habitual, pues en el ERTE solicitamos mediante burofax dicha información. No hubo respuesta. En el decreto de entonces era obligatorio entregar el documento que justifica el ERTE. Yo dije que me comprometía a bajarme el sueldo lo que hiciera falta si me lo justificaban con los archivos de varios cursos económicos, contratos con ETB… No valía solo lo relacionado con la pandemia, ya que es una empresa que lleva muchos años. De hecho, luego lo pudimos cotejar con el sindicato ELA en documentos del registro mercantil al que todo el mundo tiene acceso y no había ni un motivo para no renovar a Eskiroz, Víctor, Laso y Mariezkurrena ni para la reducción del sueldo. Los demás pelotaris acabaron aceptando esa rebaja, pero yo seguí solicitando esos documentos. No tuve respuesta. Quedé señalado otra vez. 

“Cuando estuve con la fibrosis de la mano, Garai me propuso romper el contrato. Parece que a él solo le importaba el dinero”

Se inició la huelga y... 

—Fui uno de los integrantes del comité de huelga con Ibai Zabala. Además, fui el candidato a delegado sindical de la empresa en un proceso que habíamos iniciado. Das la cara y te señalan. Tuvimos dos reuniones con Joserra Garai y en la segunda parecía que se iba a abrir al diálogo con los pelotaris. El marco laboral fundamental es el Estatuto de los Trabajadores y la empresa nunca ha querido reconocerlo. Querían tener pelotaris, pero no pelotaris trabajadores. Somos deportistas profesionales, pero también trabajadores. Ahí están nuestros derechos. La empresa ha buscado relaciones individuales con nosotros. A raíz de la huelga, ni firmé el acuerdo del 20% ni entré en la Asociación de Pelotaris. Después, tuve un juicio con Baiko porque, sin firmar, me aplicaron la bajada de sueldo mes a mes. Pasé una época mala para que dos días antes la empresa se retirara y me devolviera todo mi sueldo. Es otro punto que me deja señalado. Te encuentras con que es una historia de 2018 hasta aquí. Quizás el último año ha sido más notorio mi castigo profesional, pero viene de lejos. En tres años he sido el pelotari menos programado y en el último no he salido por televisión. He jugado cinco partidos este año a una media de 400 kilómetros de mi casa. De diciembre a julio jugué doce o trece partidos y ninguno en la CAV. Y luego, hay que tener en cuenta que este año ha sido el mejor de mi carrera en porcentaje de victorias. El segundo mejor en la zaga después de Mariezkurrena. En total, he pasado tres años apartado. 

EL TEST




¿Cuál ha sido el momento más especial?
—El debut. Es un momento que nadie olvida. De repente estás de blanco con pelotaris profesionales. Recuerdo con mucho cariño las finales de Promoción (2015 y 2016) y la de Primera (2017). Una pena que no pude rendir. Hay varios partidos guardados en la memoria. Por último, la despedida de Galdakao fue increíble con casi 500 personas que me mostraron cariño y respeto. Fue muy emotivo. 
¿El mejor compañero?
—Oinatz Bengoetxea. Es capaz de sacar lo mejor de ti. 
¿Y el peor rival?
—Zabaleta. Es el que mayor diferencias ha marcado.

 

¿Se siente un pelotari querido y respetado?

—Sí. Lo he notado. Me han felicitado por mi postura en la huelga y por mis declaraciones públicas. 

De hecho, hay un momento que cambia todo. Baiko decide no renovar a Eskiroz nueve días después de ganar la txapela de Promoción y usted levanta la voz en ETB. 

—Me acordé de él y me salió de dentro denunciarlo públicamente. Yo llevaba seis partidos en ocho días y estaba claro que no sobraba gente en la plantilla. Alegaban razones económicas cuando a Imaz y Aranguren les habían renovado por tres o cuatro años con mejoras sustanciales. Tenía que decirlo. 

Mikel Larunbe, en el frontón de Galdakao. Borja Guerrero

Usted es de los que aboga por la lucha sindical en el conflicto. 

—En la huelga tuvimos dos peticiones importantes: abrir un diálogo con los cuatro no renovados e iniciar la negociación de un convenio colectivo. Fui parte del comité de huelga, según la ley, la única negociación legal, y comenzamos el proceso de elecciones sindicales, siendo yo voluntario para ser el enlace. La primera reunión fue el 7 de octubre y la empresa cumplimentó para el día siguiente una asamblea general, en la que entraban todos los trabajadores, incluidos los que no estaban en huelga. No tenía mucho sentido, ya que el conflicto era con los huelguistas. Creo que la empresa quería incumplir la ley evadiendo la negociación con el comité. Tras eso, Baiko sacó un comunicado en el que dejó claro que no aceptaba el Estatuto de los Trabajadores como marco laboral de los trabajadores y por tanto el derecho a la negociación colectiva. En la segunda reunión, el 20 de octubre, emitió otra nota en la que prefería sustituir el diálogo con el comité por toda la plantilla, le dio la iniciativa a la Liga de Empresas, volvía a rechazar el convenio y planteaba de nuevo la bajada del 20%. 

¿Y qué sucede?

—Se firmó un acuerdo fin de huelga y salió el comunicado de que se crea una Asociación de Pelotaris. Ahí se acabó la huelga. 

¿Cómo llevó la presión?

—Fue duro en cuanto a la carga psicológica. Aun así, lo llevé bastante bien, porque estuve arropado por la gente de cerca: familia, amigos…

Hay un hecho objetivo: Ibai Zabala, Bengoetxea, Aretxabaleta y usted, los cuatro más activos en el conflicto, están ya fuera de la empresa. ¿Sabía a lo que se atenía?

—En mi caso, me hacía una idea. Aun así, tenía claro que era mejor mirar los intereses de todo un colectivo que mi propio ombligo y desmarcarme, como hicieron otros. Y eso que me quedaba contrato para dos años. Había que apretar fuerte. Era nuestra oportunidad. Se estaban vulnerando nuestros derechos y teníamos que defendernos. 

¿Se ha sentido maltratado por Baiko?

—Maltratado y condenado. Por una parte, está lo que sucedió cuando estuve lesionado. Por otra, nunca he visto a nadie al que le hayan tenido todo un año sin salir en la tele. Y más cosas: he sido el pelotari menos programado por la empresa en los últimos tres cursos, he jugado muchas veces lejos, me han tenido dos meses enteros sin jugar… He tenido cero oportunidades sin tener en cuenta mi juego. 

“La empresa me ha puesto trabas, pero he seguido igual. Aquí se acaba mi carrera, pero no me he rendido nunca”

¿Cree que se ha puesto en tela de juicio su profesionalidad?

—Tras la lesión sí que se cuestionó mi profesionalidad en varias reuniones con Garai. Me decía que la mano no se curaba porque no me cuidaba. Mis compañeros y entrenadores saben que no he faltado nunca y que iba a tope. Hubo momentos en los que se me cuestionó y duele. También hubo comentarios como: “Mejor acabamos aquí el contrato y va a ser mejor para los dos”. Y no me iba a rendir. 

¿Se le propone romper el contrato?

—Cuando estuve con la fibrosis, me lo propuso, sí. Creo que él tenía ganas de acabar mi contrato porque parece que solo le importaba el dinero. 

¿Cómo ha vivido emocionalmente este último curso?

—No soy una persona que se satura con facilidad. Lo he llevado con filosofía. Es verdad que entrenar a diario y no jugar psicológicamente es duro. Es difícil mantener la motivación. Fíjese, este verano jugué una noche en Lasarte y al día siguiente me pusieron partido a las 12 del mediodía en Crespos, Ávila –hay 447 kilómetros entre ambos destinos–. Un deportista necesita objetivos. La empresa me ha puesto trabas, pero he seguido igual. Acaba mi carrera, pero no me he rendido nunca. 

¿Por qué no formó parte de la Asociación de Pelotaris?

—En la huelga teníamos ya las elecciones sindicales con fecha y las negociaciones bloqueadas. Poco antes del final, el día antes a la segunda reunión, hay un comunicado de dos pelotaris de Baiko que jamás se solidarizaron con sus compañeros y dos de Aspe que nunca nos mencionaron ninguna de sus intenciones. En la nota hablan de crear la Asociación. Creo que detrás de ese movimiento estaban las empresas para sustituir el comité de huelga por la Asociación. Al final, lo pactado con el comité era ley. Se quiso saltar la negociación legal para hacerlo mediante la Asociación. Los pelotaris decidieron en su mayoría dejar de lado las elecciones y me demarqué de esa línea, pero lo respeté. Esa Asociación no me representaba. Soy trabajador y mi única asociación natural es un sindicato. En este caso, la Asociación hace acuerdos de buena fe, pero no tiene interlocutores legales. Los pelotaris no pueden combatir a la empresa. Por eso no acepté. Las elecciones eran nuestro instrumento legal para iniciar la negociación de un convenio colectivo y la única defensa legal para los derechos.

¿Ha mejorado la pelota profesional?

—Hay mejoras, como el sueldo base de un debutante, pero son migajas. El año que viene, si la empresa quiere bajarlo, no pasará nada. La manera eficaz es el convenio colectivo. 

La huelga hace un favor a Baiko. Repesca a Laso y Mariezkurrena, que son los dos mejores. 

—Quiero pensar que hemos hecho un favor a la pelota, que ya es bastante viendo en manos de quién está. La pelota es patrimonio. Me alegro de que Laso, Mariezkurrena, Víctor y Eskiroz pudieran seguir.

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“No me arrepiento de nada. Simplemente he defendido mis derechos laborales. Por eso mismo me han tenido apartado”

¿Se arrepiente de algo?

—No. Simplemente he defendido mis derechos laborales. Por eso mismo me han tenido apartado. 

¿Qué le depara el futuro?

—Voy a desconectar y veré en lo deportivo qué hago. He tenido ofertas, pero quiero descansar y cambiar el chip. Respecto al tema laboral, tengo una Ingeniería y el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica) y estoy en listas de Educación para ejercer de profesor en Secundaria.