Jon Idiakez, de 26 años, repasa su carrera deportiva sobre la moto, la cual empezó a una temprana edad. El piloto vitoriano también aprovecha para hacer balance de la actualidad, tanto a nivel deportivo como familiar, al mismo tiempo que espera seguir creciendo de cara al futuro.

¿Cómo fueron sus comienzos en el motocross?

–Todo comenzó en mi sexto cumpleaños, cuando mi padre me regaló mi primera moto. A partir de entonces, empecé a entrenar y ya con 8 años participé en mi primera carrera.

Casi empezó antes a andar en moto que en bicicleta.

–Casi, casi, sí (ríe). Aprendí antes a andar en bici, pero sí es cierto que fue casi de forma simultánea.

¿De dónde le viene la afición por este deporte?

-Fue gracias a mi padre. Tras competir cuando era joven, aprovechó que yo me interesé por el mundillo a los seis y se reenganchó, por lo que comenzamos juntos en esto.

¿Qué consejo le daría a todo aquel que esté dudando si empezar o no con las motos?

–Dentro del motociclismo, el motocross es una de las modalidades que más riesgo tiene. Entonces, les aconsejaría dar los primeros pasos, por ejemplo, con el trial, que es una variedad con un poco menos de riesgo y en la que se trabaja básicamente la misma técnica.

Ahora bien, Jon Idiakez comenzó directamente con el motocross.

–Sí, y he tenido la suerte de no lesionarme nunca de gravedad, algo que en esta modalidad es fuera de lo normal. Además, siempre me he sentido afortunado porque, junto a mi padre y el resto de mi familia –hermano, madre y abuelas–, hemos viajado por España y Europa haciendo carreras y entrenamientos con diferentes profesores y distintos campeonatos. Todo eso es lo que nos ha hecho mejorar tanto como pilotos como equipo y familia.

¿Considera que su deporte es muy sacrificado?

–Aparte de amor, arte y tiempo, se requiere bastante dinero, porque, dentro de los deportes minoritarios, el motocross es uno de los más caros sin ninguna duda. Al final, tengo que andar mirando los gastos y, aunque los controlo bastante, lo hago menos de lo que debería (se ríe). Ahora en serio, esto requiere de mucho trabajo y sacrificio tanto familiar como personal, no es fácil.

Entre los diferentes méritos deportivos que ha logrado, ¿cuál ha sido el más especial?

–Destacar alguno es complicado, porque todos tienen algo especial, pero sí es cierto que mi primera victoria a nivel nacional en la categoría de 85, en el circuito Albaida de Valencia, es uno de los mejores recuerdos que tengo. Luego, también valoro muy positivamente mi Campeonato de Euskadi MX1 Élite del año pasado y los podios a nivel nacional de 125.

¿Ve que existe una recompensa a todo su esfuerzo?

–Al final, sí que es verdad que he tenido bastantes logros a nivel deportivo, pero a nivel económico, realmente, no hemos recibido ese retorno que creemos merecer. Además, esa ayuda nos serviría para mejorar y seguir compitiendo, porque tenemos muy pocos recursos.

¿Cómo ve su futuro?

–Mi idea es seguir compitiendo, pero también estoy metido en la federación como profesor, ayudando a las jóvenes promesas a iniciarse en este mundillo. Pero sí, quiero continuar sobre la moto todo el tiempo que pueda, pues es mi modo de vida.

¿Ve viable vivir y trabajar de esto?

-Es muy complicado, especialmente como piloto, pero mantengo la ilusión. Si no lo consigo, tal y como te he adelantado, tengo la opción de seguir como profesor, que es más viable para mantener una carrera digna. De todas formas, quién sabe lo que pasará en unos años.

¿Cuál es su siguiente objetivo?

–Ahora hay un pequeño parón en julio, pero el Campeonato de Euskadi continúa y yo sigo líder y a falta de tres carreras para el final. La primera es el 5 de agosto, justo después del chupinazo, así que tendremos que celebrar la bajada de Celedón de forma light. A partir de ahí, empezaremos otra vez hasta que concluya el Autonómico.

¿Ve cerca la posibilidad de terminar en lo más alto de la clasificación?

–Sí, la idea es mantener un poco el nivel mostrado hasta ahora y, si es posible, aumentarlo lo máximo posible. Algo que estaría genial, sobre todo de cara al año que viene, para intentar conseguir el nivel que quiero y recibir, además, las ayudas para poder volver al Campeonato de España, en el que competí por última vez en el 2018.

¿Cuánto tiempo invierte en sus entrenamientos?

–Ahora mismo procuro entrenar uno o dos días y, a poder ser, los fines de semana, a los que hay que añadir otros dos entrenamientos físicos que hago de lunes a viernes. En total, hago unas cuatro sesiones, que son las que mi tiempo me permite.

¿Alguna vez se ha imaginado lo que pasaría si tuviera todo el tiempo del mundo para el motocross?

–¡Claro! De todas formas, ya me he acostumbrado a tener ese pequeño handicap, ya ser por estudios como por trabajo. Además, sé que cada vez voy a tener más responsabilidades.

¿Qué aptitudes hacen falta para practicar su modalidad?

–Este mundo es muy amplio, porque no es lo mismo dar un paseo en moto que competir a alto nivel. Entonces, yo creo que lo más importante es el entorno, que debe ser sano y contar con un buen apoyo personal, de equipo y medios. Luego, obviamente, es fundamental tener pasión y conocer bien el deporte para así sentir amor por él.

¿Ve factible tener más facilidades para entrenar en el futuro?

–Estamos trabajando en ello; cabe recordar, en este sentido, que Vitoria-Gasteiz antiguamente ya acogía campeonatos de motocross, por lo que no partimos de cero. Además, queremos llevar a cabo un proyecto también en Nanclares, donde hay un circuito, pero todavía estamos con trámites burocráticos. Mientras tanto, tendremos que seguir yendo a Burgos o Navarra a entrenar.

Hasta ahora, ¿cómo ha superado los momentos de bajón que ha podido tener a lo largo de su carrera?

–He tenido muchos, la verdad; no obstante, es una forma de vida y, al final, sobre la moto es donde mejor me siento y consigo evadirme de la realidad, la cual muchas veces es muy dura.