Alaitz Biritxinaga, directora de carrera, dio el banderazo de salida. En ese gesto, un acto reflejo desde el techo solar del coche rojo, conectó con la historia. En una mañana en la que las nubes y el sol pujaban por pintar el paisaje, nació la Itzulia Women. Refundación de la Bira, la llama que iluminó y dio calor al ciclismo femenino cuando era más humilde, la carrera vasca se lanzó a la conquista del futuro, su particular oeste.
Las primeras veces son así, rupturistas, contraculturales. El recorrido iniciático de la Itzulia Women vinculó Gasteiz con Labastida. La capital de Euskadi con una tierra de vinos. No sería un trago fácil de digerir. Así tendría mejor sabor. Un recuerdo para siempre. La victoria la paladeó Vollering. Gran reserva. Pionera. Siempre hay un comienzo.
La neerlandesa batió a Rooijakkers y a Faulkner, sus compañeras en el final de una etapa revuelta, siempre en guardia. El resto de favoritas concedió 40 segundos, a los que se les deben sumar los diez de la bonificación, en las calles estrechas de Labastida. Una diferencia ancha de cara a la general. En ese grupo estuvieron Brand, Santesteban o Moolman. Deberán remontar.
FUGA INICIAL
Recién despertado el día, cuando aún resonaban los ecos de los aplausos de despedida desde Gasteiz, el pelotón se dio de bruces con Zaldiaran, la cota inicial de la jornada. Nunca lo tuvieron sencillo las mujeres. El grupo rodó compacto en las rampas salvo por la pelea por los puntos que se repartieron en la cumbre. Rooijakkers encabezó el paso. Inquietas, Benito, Lebedeva, una rusa sin bandera, pintada de blanco por la invasión de Ucrania, y las italianas Savi y Tonetti decidieron aventurarse antes de entrar en el nudo gordiano de la jornada, el encadenado del Mirador de Rivas y la Herrera.
Lebedeva no tardó en descascarillarse. Cedió en la aproximación. La renta del trío se fue a los 2:30, pero menguó a medida que la carretera, exigente, mordía en las tripas del Mirador de Rivas. Desgajada la montaña, el pelotón, propulsado por el Movistar y el FDJ, lijó a las fugadas bajo un cielo luminoso y un sol desacomplejado. Esperaban, hambrientas, las fauces del alto de Herrera. Savi se deshilachó. También Tonetti. Solo Benito resistía. El canto del cisne. Claudicó antes de coronar.
VUELTA A EMPEZAR
Se agitó de inmediato el avispero, filtrado el grupo. En el descenso se reunieron Lucinda Brand, Ashleigh Moolman, Demi Vollering y Elise Chabbey. Dorsales dorados. Un cuarteto de altos vuelos. Póker de ases cuidadas por los viñedos. El DSM se desgañitó en la persecución. Embolsaron a las rebeldes. Resoplaron aliviadas en el grupo. La ruleta giraba de nuevo. Brotó Faulkner, frenética. Vollering y Rooijakkers se unieron a ella en un terreno que no concedía resuello. Montaña rusa. Las tres hicieron palanca. Se abrió una grieta, en realidad una falla que impulsó a Vollering, que paladea el liderato de la Itzulia Women.