Las txapelas, como las rosas, tienen espinas. A Jokin Altuna, florista con un rifle de precisión en las manos, ojo de halcón e inspiración de artista, le sangran los dedos. Las txapelas pinchan. El Cuatro y Medio tiene tatuado su nombre: seis finales consecutivas y tres títulos. Su tercera corona ha llegado este domingo después de nadar entre la agonía de una final de dos partes, una por barba, en la que vivió una montaña rusa ante Unai Laso, un pelotari huracanado, descarado, un amasijo de nervio y músculos trenzados. El de Bizkarreta-Gerendiain tiene que estar orgulloso de lo logrado. 22-20: final hermosa por emocionante y con instantes de mucho brillo.

Altuna III tiene voz de veterano, pero mirada de chaval. Tiene 25 años. El mismo domingo en el que la mano profesional se despertó con la retirada efectiva de Aimar Olaizola, que ya no se acurruca entre las sábanas del domicilio conyugal en el que parecían empadronados el pelotari y la pelota desde hace 23 años, como el amante que abre los ojos con la luz entrando por la persiana y se da cuenta de que ya no queda nadie en la cama, solo, abandonado, ha amanecido una certeza. A rey muerto, rey puesto, pues el goizuetarra se despide con siete cetros en su zurrón; Jokin, con las sienes oscuras y mucho futuro por delante, tiene tres. Apunta a heredero en la modalidad. Se asoma a la leyenda. Ya mira a los ojos a Eugi (tres cetros en ocho finales), Martínez de Irujo (tres cetros en ocho finales) y Nagore (tres cetros en cinco finales). Retegi está a una sola txapela. Además, es el decimotercer entorchado consecutivo de Aspe.

El amezketarra ha tenido que sufrir, currar, sostenerse, ante un adversario volcánico. Laso, que ha comenzado con dos faltas de saque y problemas para maniatar a Altuna III, ha crecido como un gigante en la segunda mitad. Y ha tenido a punto de caramelo la txapela. Con el 20 iguales, en el uno y medio, el de Baiko ha tenido pelota para terminar el tanto. Ha errado el golpe, ha echado a la mano de Jokin y el de Aspe no ha perdonado. Laso recordará esa decisión unos cuantos días: su rival estaba clavado y le ha dado oxígeno. Poco es mucho en la jaula de Altuna. Jokin ha resuelto con un saque. Ese ha sido el epílogo tras el 20 iguales, al que se había llegado con dos personalidades arrolladoras en la cancha: el control de Altuna III, todo serenidad, puro cerebro, frente al arrebato de Laso, agresivo y visceral. Ya lo dijo Altuna en la elección: había que tener paciencia, no regalar y no irse del partido. ¡Eureka! La txapela sabe a serenidad.

AMAGO DE SUSPENSIÓN

También se ha alcanzado ese punto tras pasar doce abrazos en el marcador (1-1, 2-2, 4-4, 12-12, 13-13, 14-14, 15-15, 16-16, 17-17, 18-18, 19-19 y 20-20) y un conato de suspensión de la contienda, un disparate a esas alturas de la película. Ha sido en el 19 iguales. Desde la organización se ha pedido al respetable que cumpliera con la obligatoriedad del uso de la mascarilla en varias ocasiones, la primera con el 12-7; en el 18-19 se ha anunciado que “o se cumplía o se suspendía”. Un tanto después se ha optado por mandar a los dos pelotaris al vestuario. Situación: 19 iguales, tensión a raudales. Realidad: bronca del público. En definitiva: minutos de incertidumbre y fuego apagado. Sin embargo, desde diferentes sectores de la grada no se ha cumplido ni por asomo la medida sanitaria en toda la contienda. Ni con amenaza ni sin ella. En medio de la marejada, dos pelotaris, Altuna III y Laso, protagonistas de la función, con las pulsaciones aceleradas tras la puerta en el pasillo de vestuarios, esperando qué sucedía con su final. Increíble. Se debe hacer una reflexión profunda sobre el trato recibido por los finalistas, que se estaban jugando todo en apenas tres tantos. Por suerte, el parón no ha frenado el espectáculo.

UN PARTIDO EMOCIONANTE

La contienda ha comenzado con las luces bajas, al estilo americano. Los pelotaris ha entrado cada uno por una esquina. ¡Focos! Made in Hollywood. 2.361 gargantas han bramado.

Laso ha iniciado con dos faltas de saque. Aun así, merced a la violencia de su pelotazo, ha podido dominar el luminoso, escapándose 2-4. Altuna ha respondido con una dejada, una apertura y una volea que le ha colocado en ventaja (5-4). Unai ha pedido descanso. Después, Jokin ha despegado. Ha mandado en todas las facetas, equilibrando su postura en el centro de la cancha con la búsqueda de ángulos, clínic en el acotado. Clásico en la concepción: tomar cruce de caminos, abrir ángulos y terminar, Jokin se ha lanzado hasta el 11-6. Un remate a la chapa ha dado oxígeno al de Baiko, que no ha sabido concretar el gancho en el saque-remate. Ha cruzado demasiado. 12-7.

Tras el primer descanso largo, un dos paredes de Laso, buscando algo distinto en su repertorio, ha cambiado el escenario. Y ha abierto la caja de Pandora. La agresividad de Unai ha tenido premio: 12-12. Y el nivel de la final ha aumentado. Y también su agonía. Han empatado 13-13, 14-14, 15-15 y 16-16, al que Laso ha llegado con un golpe en la mano izquierda -en un pelotazo arrimado a la pared izquierda-. Jokin ha buscado la zurda de Laso, que ha castigado con la derecha para ponerse 16-17. Sin embargo, un exceso de vista de Unai y un buen saque de Altuna han devuelto el marcador para el lado del amezketarra, sereno en toda la contienda, repleta de vaivenes, una montaña rusa. 18-17. El 18 iguales ha sido un gancho de Laso.

Con el 19 iguales ha llegado el amago de suspensión, pero al reanudarse, los gladiadores no se han dejado nada. Con el 20-20, Laso ha errado un remate, Altuna ha olido sangre y ha terminado con un gancho. Se ha llevado la final con un saque. Ha sufrido. Las txapelas tienen espinas.