20 de septiembre de 2020. Un día en cualquier calendario, no en el de Unai Laso. Entonces, Baiko comunicó que ya no contaba con sus servicios. 405 días después; es decir, un año, un mes y diez días después -parece la sentencia de un juez-, está en Las Antípodas. Por medio: una crisis en la empresa, el apoyo de la mayoría de sus compañeros, que se jugaron el tipo por uno de sus camaradas -al igual que por Víctor Esteban, Josu Eskiroz y Jon Mariezkurrena- en una versión solidaria jamás vista en la pelota a mano profesional; el regreso al campo aficionado, el trabajo en silencio y fuera del foco, los titulares, un acuerdo que desatascó el tema, el tiempo, que o todo lo cura o agujerea la voluntad del que espera, y la readmisión en la promotora bilbaina. Al principio, como una pieza más del entramado; tras sus primeros partidos, incluyendo un Cuatro y Medio de San Fermín espectacular, con el perfil de un gigante. Ungido por el carisma y la transmisión del dios de la pelota, ha vuelto para volar en la jaula.
Un año, un mes y diez días después, la furia del redivivo recorre a Laso, un Edmond Dantès de la pelota a mano. Bizkarreta-Gerendiain es Montecristo. Laso saborea el triunfo. El castillo de If está a kilómetros de distancia. Las cicatrices cuentan historias. Son bellas.
Un año, un mes y diez días después, Laso se acoda en su primera final de Primera, lograda este sábado en el frontón Labrit de Iruñea ante Peio Etxeberria. Estará en la cita del Cuatro y Medio programada el 14 de noviembre en frontón Bizkaia de Bilbao.
Un año, un mes y diez días después, Laso aspira a devolver una txapela a Baiko, que acumula cuatro años sin tocar pelo y cuya última muesca llegó en el Manomanista gracias a Oinatz Bengoetxea. Ha llovido mucho. O no. Depende del bando. Desde el 28 de mayo de 2017: sequía en la promotora bilbaina.
Un año, un mes y diez días después, Laso ha arrollado a Peio Etxeberria en una semifinal en la que ha bordado el guion. El de Zenotz se ha adelantado 1-5 en un bonito inicio debatido a ritmo frenético. Después, al de Aspe se le ha acabado la electricidad. La mirada de los mil metros. Unai se ha anclado en el centro de la cancha y, a pesar de no gozar demasiado con el saque en algunos compases, ha traducido su dominio en una tacada de doce tantos que ha desequilibrado la balanza. En total, un 21-3 que ha roto a Etxeberria. Laso ha estado soberbio en un Labrit que vibró como antes, incluyendo absentismo de mascarillas en algunos sectores. Ha sido un monólogo: arte, velocidad, carisma, veneno, piernas, defensa. Se carga de razones.
Un año, un mes y diez días después, la vida ha cambiado. Una vuelta de tuerca. Laso es finalista del Cuatro y Medio.