Ese momento en el que, después de 161 kilómetros de lluvia, frío y ascensiones en una etapa del Tour de Romandía, llegas a la meta con la ilusión de vencer a tu compañero de escapada, pero pasa lo que pasa. “No tenía sensación alguna en la manos y, al intentar cambiar de marcha, he perdido el control del manillar”, admitía después el británico Geraint Thomas (Ineos). El ganador, el canadiense Thomas Woods (Israel Start Up), iba tan centrado en el esfuerzo final que da la sensación de que no se enteró de la caída hasta cruzar la meta.