Los ciclistas vascos se dejaron notar en la etapa de ayer. Igor Antón, Pello Bilbao y Mikel Nieve demostraron camino de Calar Alto que no están en la Vuelta como meros espectadores. Cada uno manteniendo su rol, pero todos con mucho protagonismo. El de Galdakao solo cuenta con cuatro compañeros de equipo, entre los que se encuentra Omar Fraile. Pero la valentía que le caracteriza le hizo meterse en la fuga del día, integrada por catorce ciclistas, probablemente con intención de repetir la epopeya lograda en 2006. Cuando ganó, en el mismo escenario, pero con tan solo 23 años, vistiendo el maillot de Euskaltel- Euskadi. La intentona de Antón se frustró en la última ascensión.

Pello Bilbao también estuvo a la altura. El del Astana hizo su trabajo lo mejor posible, es decir, cumplir con su papel de gregario. En este caso, el de Gernika llevó al líder de su equipo, Fabio Aru, hasta la meta, ya que el italiano no lo pasó nada bien.

Una mención especial requiere Mikel Nieve. Tras el excelente papel que realizó en el Tour de Francia, al navarro parece no pesarle las piernas. Nieve se ha consagrado este año como uno de los mejores gregarios del pelotón y sigue llevando en volandas a Chris Froome. El de Leitza realizó el trabajo sucio y junto a su compañero Gianni Moscon arropó al líder. A dos kilómetros para el final, Nieve atacó en busca del triunfo, pero a los pocos metros tuvo que frenar requerido por Froome. El británico se quejó del fuerte viento que azotaba la cima y empleó a su compañero como parapeto. “Le dije a Nieve que fuese a por la etapa, es un corredor increíble y para mí es un privilegio correr con él”, declaró el cuatro veces ganador del Tour en agradecimiento al trabajo del próximo corredor del Orica.