Se erige Juan Martínez de Irujo, largo, estilizado, físicamente cuchillo, imprevisible como un huracán, como el viento. La veleta de las hojas de ruta es toda una incógnita con el pelotari de Ibero, inmenso, acostumbrado a tumbar las efemérides. Porque Juan, arrebolado, a toque de trompeta, tambores y olor a tierra de trinchera, es un tipo exagerado en la cancha. Es brutal, en todas sus acepciones. Irujo es una fiera. Todo sangre y entrañas. Puro fuego. Cuando se abre la espita de las finales, al iberoarra no hay quien lo pare. Es una pluma al viento, que cantaba el Duque en el Rigoletto de Verdi. Incertidumbre a golpe de rock. Explosión de velocidad. Ópera desgarrada. Volcán. Erupción.

“Cuando sale al partido es como si estuviera en otro mundo”, argumenta Sébastien Gonzalez, quien añade que “para pararle hay que tener mucha fuerza física y mental”. El zurdo de Azkaine es una voz cualificada para hablar de Juan y de la forma de domar a las fieras. Ha sido el lapurtarra, delantero ahora inactivo pero dentro de los grandes durante muchos cursos, el único capaz de ganarle en una final individual, junto con el todopoderoso Aimar Olaizola, que pasó tres temporadas con la matrícula tomada al iberoarra. Y es que, en el reparto de golpes habituales, los tres del curso: Parejas, Manomanista y Cuatro y Medio, la división de cetros entre el de Aspe y el de Asegarce prácticamente se ha visto repartida. A Juan, imparable cuando explota la moneda de los jueces en el suelo, solamente le han frenado ellos dos. Ni Abel Barriola, al que ha tenido en contra en dos finales del Cuatro y Medio (2006 y 2010), ni Yves Xala, en dos finales del Manomanista (2004 y 2010), ni Julen Retegi, en una del mano a mano (2014), han sido capaces de pararle. Mientras que, contra Aimar, el otro tótem de la mano profesional, se ha visto las caras en cinco veces en la modalidad reina, con dos victorias para Irujo (2006 y 2009) y tres derrotas (2005, 2012 y 2013), y cuatro en la jaula, que se han dirimido una vez para Juan (2014) y tres para el goizuetarra (2008, 2011 y 2013). Por fin pudo el iberoarra poner una pica en Flandes el curso pasado en el Cuatro y Medio, cuestión que ha repetido este en semifinales, dejando en seis a Aimar.

Siempre incómodo en la distancia, por lo aprisionado de sus manos, que pleitean mejor en pelotazo largo y en la rotura del frontis, no obstante, el de Ibero suma ocho finales dentro del acotado con la que jugará frente a Mikel Urrutikoetxea en el frontón Bizkaia de Bilbao el próximo 29 de noviembre. La tercera seguida. Con doce años en el profesionalismo, se acoda como uno de los mejores en la historia, puede igualar a Julián Retegi como segundo portador histórico de txapelas. Prodigio camaleónico.

Sébastien Gonzalez le ganó a Juan la final de 2009 en el frontón Atano III de Donostia, que registró una entrada preciosa. Final de las de un pasado cercano. “El comienzo del partido fue muy complicado, porque Juan entró como una bomba en la cancha. Después, desde el tanto diez, pude ponerme a jugar”, recuerda el poderoso delantero de Azkaine, quien apostilla que “pude hacer una parte de duelo grande, en la que nos pegamos una buena paliza. Pude empatar a dieciocho. Acabé mejor que él y terminó así el partido. Es un recuerdo muy bonito”.

Analiza el zurdo de Azkaine que “lo que pasa con Juan es que entra a la cancha con mucha tensión y se pone como loco. Por lo menos, cuando jugó contra mí aquella final hasta el tanto diez no pude hacer nada. Es como si entrara en otro mundo. Te hace todo como quiere. Impone su ritmo y no se puede aguantar”. Por lo que, añade Gonzalez, “hay que dejar que se relaje y luego poner su ritmo”. Evoca el exprofesional lapurtarra que “después, cambiaron las cosas porque se relajó un poco y se puso más tranquilo. Cambiaron las cosas, empatamos y después de ese momento hay que estar muy bien físicamente, tener las ideas claras y sufrir. Contra Juan siempre toca sufrir, porque es muy duro. Juega de todas las posturas y está muy preparado. Ganar contra él es casi imposible. Hay que estar a otro nivel”.

Según explica Gonzalez, “no puedes seguirle el ritmo porque hace todo a una velocidad increíble. Pone tanto ritmo al principio que te cansa. Tienes que estar a gran nivel físicamente para imponer tu ritmo. Después, se nivelan las cosas y hay que soportarlo. Es lo que toca”. Esas son las sensaciones del azkaindarra, que fue capaz de levantar un 10-2 de salida, que le dejó tocado, pero no hundido. Ganó 18-22. “Lo que me pasó es complicado: empiezas el partido, tienes que remontar, pasar a empatar y ganar”, certifica y asiente que “Juan es totalmente imprevisible. Parece que va a fallar, entra de volea con la izquierda no sé desde dónde ni cómo y te hace el tanto. Lo hace todo desde cualquier sitio”.

Cambio de Urrutikoetxea “La verdad es que Urrutikoetxea ha cambiado mucho. Mikel ha mejorado en poco tiempo y es un pelotari muy completo. Juan lo va a tener difícil. El zaratamoztarra está subiendo año a año su nivel y creo que es un pelotari que puede hacer todo tipo de juego. Contra Oinatz demostró, además, que físicamente está muy bien y terminó mejor que él el partido. Hizo un partido súper bueno. Todo es posible. En una final, cualquiera puede ganar”, argumenta el campeón de 2009, quien revela que para situaciones de este calado muchos factores influyen: “Todo cuenta, desde la experiencia, la afición, el sitio, la gente que está contigo? El botillero, también. A mí, me ayudó mucho Ramuntxo Mujika a la hora de afrontar el partido. Sin embargo, una final se prepara durante la temporada y hay que entrar a la cancha sabiendo que el tanto va a salir de un modo u otro. Hay que tener todo hecho de antes, para no entrar al envite sorprendido”. Porque, anuncia Gonzalez, hay que tener “las ideas bien claras”. “No tiene que jugar como Juan, Mikel tiene que hacer su juego”.

“Físicamente Urrutikoetxea está bien, por lo menos lo que hemos podido ver. Acabó cansado contra Bengoetxea VI, pero ha sido una buena prueba. Le viene bien una semifinal dura y tiene suficiente tiempo para el partido. Tiene tiempo para preparar, recuperar y para ponerse al ritmo. Hay que preparar la final”, concreta el zurdo lekuindarra, que ya fue superado por Mikel en la distancia. “Todos mejoramos año a año. Físicamente Mikel no tiene demasiada densidad, pero tiene toque y un brazo rápido. Está creciendo día a día. Me encanta cómo juega. Tiene oportunidades y ha demostrado este año, ganando la txapela del mano a mano, que es un gran pelotari y que hay que contar con él. Está para quedarse”, finaliza.