El pasado domingo, Facundo Campazzo, base argentino del UCAM Murcia, voló y tocó el cielo. Se convirtió en el primer jugador de la ACB que consigue hacer un mate con menos de 1,80 de altura y, por tanto, también en el más bajo en conseguir esa hazaña.
Era la última jugada del segundo cuarto, el base canadiense del Baloncesto Sevilla, Jermaine Anderson, votaba agotando los segundos de posesión cuando Campazzo de un zarpazo le robó el balón y se quedó a campo abierto. “Pensé que si agarraba bien el balón lo iba a intentar. Lo agarré bien y dije que sea lo que Dios quiera”, afirmó el argentino de Córdoba.
Con el apoyo divino de su parte, cruzó en pocas zancadas el campo sevillano cogió el balón con una mano, marcó los pasos y, pisando el semicírculo, se elevó desde su 1,79 para clavarla en el aro de los locales.
En ese momento, Facundo Campazzo no fue consciente de que su mate -volcada, como dicen los argentinos- había pasado a la historia. Nunca nadie tan bajito, había volado tan alto.
Fue una de esas acciones que regala el baloncesto de vez en cuando para desmarcarse de los gigantes que rutinariamente dominan el arte de volar por encima del aro.
Gelabale, Pietrus, Claver o Ibaka habían sido los grandes matadores de los últimos años en la ACB, todos ellos jugadores por encima de los dos metros de altura. Blake Griffin, Howard, LeBron o Gerald Green son algunos de los más destacados al otro lado del charco. Todos ellos también superan los dos metros, los 6,6 pies como dicen los yanquis.
El domingo, Campazzo desafió la física, la historia y la lógica, y, además, acercó esta práctica a las personas de la calle, que ven el aro de la canasta, situado a 3,05 metros de altura, como una quimera.
Además, este argentino sobrado de muelles es reincidente en su noble afición de colgarse del aro. “Con el Peñarol ya hice algún mate y tengo otro con la selección argentina, pero es verdad que hacía mucho tiempo que no metía uno. Espero que no sea el último en la Liga Endesa”, avisó al finalizar el encuentro.
Pequeños voladores “Él es América. Mañana, cada padre e hijo estarán en su canasta del garaje tratando de hacer un mate . Si Spud puede hacerlo, cualquiera puede. La gente va a estar hablando de él en su camino al trabajo o en el autobús”. El autor de esta pequeña alocución es Mike Fratello, un entrenador y comentarista de baloncesto muy reputado en Estados Unidos. Resulta que allá por los 80, Fratello era el entrenador de los Atlanta Hawks, un equipo comandado por el legendario Dominique Wilkins y dirigido en la pista por Anthony Jerome Spud Webb, un base de 1,68 centímetros.
Dallas, 8 de febrero de 1986. 23 años después del asesinato de JFK, el país entero volvía a poner sus ojos sobre la ciudad texana. El diminuto base de los Hawks participaba en el concurso de mates del All Star. Todo eran bromas y chistes sobre su altura hasta que Spud agarró el balón y la hundió de todas las formas y colores: a una mano, contra el tablero, 360 grados... Incluso al mismísimo Michael Jordan, presente en el pabellón, se le escapó un gesto de asombro. Spud Webb había volado y aterrizado en los libros de historia.
El destino, el azar o el gusto de los americanos por el show quiso que, 20 años después, Nate Robinson -1,75 metros con zapatillas de suela gruesa- se presentará a un concurso de mates del All Star. El Spud del siglo XXI, la comparación estaba servida.
En un momento del espectáculo, Nate se dirige al público con una camiseta retro de los Hawks, de entre la multitud sale Spud Webb que se enfunda su antigua equipación. Nate le da el balón y le coloca sobre el semicírculo de la pintura. El de los Knicks alza las manos al aire pidiendo el apoyo del respetable, coge carrerilla hasta medio campo e inicia la marcha. Spud vota la pelota, Nate le salta por encima, recoge el balón y la hunde. Rizado el rizo, la hipérbole hecha mate y la ley de la gravedad por lo suelos. Spud, Nate y Campazzo: unos bajitos rodeados de gigantes que creen que pueden volar, que pueden tocar el cielo.
Cuestión de centímetros. Mike Tyson (boxeo), Miguel Olavide (fútbol, Osasuna), Fabio Coentrao (fútbol) y Kei Nishikori (tenis) son otros deportistas que miden 1,79.